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23 abril 2024

Este libro cumple hoy cien años (Feliz Sant Jordi!)

 Querid@s divagant@s,

Como tod@s deberíais haber leído "The ragged trousered philantropists" ("Los filántropos en harapos") de Robert Tressell, y hoy justo hace cien años de su publicación (y además es el Día del Libro!), aquí va un haiku para recomendarlo una vez más (click aquí para convenceos). 

Y para mandaros un beso y una rosa 🌹. Feliz San Jorge, Sant Jordi, St George...





16 abril 2024

Improvisar tu tiempo libre (vs. el quedar, el reservar, el planear, el agendar)


Odio planear el tiempo libre. Sí, a veces igual es imposible no hacerlo, pero si puedo, lo evito. Eso de tener que abrir la agenda para quedar con gente ya no es para mí. 

Nota: las fotos de este divague son de mis paseos en bici, como habré dicho ya, el ejemplo máximo de esa libertad de irte de casa y hacer lo que surja, sin plan previo. Solo hay dos de este finde (Támesis arriba, hacia el oeste), el resto son del finde pasado (Regent's Canal y Támesis abajo).

Y digo "ya" porque cuando Mini era peque, los fines de semana eran un rosario de actividades planeadas de las que recuerdo con particular horror los "malditos cumpleaños" (si sabes a qué canción me refiero, estás fked) prácticamente semanales que habías puesto en tu agenda meses antes -junto con la nota mental de la compra de regalo. 

De fondo, el puente de Chiswick

Ahora, lo mejor que me puede pasar cuando me preguntan en el curro el viernes "qué planes tienes para el finde", es que la respuesta sea "ninguno". Hay que decir que algunos, pobres, se sienten claramente incómodos, y siendo ingleses amables intentan rellenar por ti: "ah qué bien, relajarte", dicen, creyendo que te sacan de un pozo. Y yo les miro, sin coger la mano metafórica y pienso: ¿tú me conoces mínimamente? Yo, ¿relajarme? 

Si con lo de "no planes" alguien se ha podido llevar al error de "Di es una chica mediohippie, tal vez moderna del rollo perdamos el tiempo", les saco de su error. No va de eso: aspirar a no tener que planear el ocio no significa no hacer. Yo nunca puedo parar, tengo un motor dentro. Siempre hago cosas y si se puede, varias a la vez. Nunca jamás salgo sin un libro a la calle, por lo que pueda pasar. Si no me estoy concentrando, escucho música o radio o podcast. Solo pongo atención plena cuando la cosa -suele ser persona- lo requiere (los del mindfulness lloran). No podría pasarme una tarde sin hacer nada -aunque luego igual me daba para divagues buenos (lo dudo, estar sola en mi cabeza pueder ser un mal viaje)- y una sensación que abomino es el aburrimiento. Si sueno insoportable, lo soy.
Te da felicidad? NO, pero tirarlo también me agobia
(esta también soy yo: como dice el Peda "qué duro es ser tú")

Como digo a estas alturas de la vida, lo que no me gusta es planear también los findes, a menos que sea absolutamente necesario.  Por ejemplo: tengo unos amigos con los que querría ir a una "80's silent disco" (te dan unos auriculares y bailas a tu bola) en un sitio muy chulo (un antiguo teatro) pero me he negado a comprar la entrada -que ellos tienen desde febrero- porque es a finales de junio. Yo veré la semana de antes si queda sitio (probablemente no, esta ciudad), pero mientras tanto, quiero tener la posibilidad de ir a ver a Roc si cuadra, o simplemente tener el horizonte limpio de esos findes con actividades que para mí son ruido mental. Bastante tengo con tener los findes de guardia en el calendario, a meses vista. 

Esto es noreste, el Regent's canal cerca de Victoria Park
(aún no hay turistas)

Esto de la planificación y la reserva era antes algo cultural, muy de ingleses y catalanes [nota: la Yaya debiò de ser precursora de todo esto cuando me decìa "ya veremos, de cara a la primavera"]. Ilustro: yo la última vez que viví en Ejpein fue en Vetusta y era estudiante, así que estas mamonadas no existían,  te podías pasar por un bar -y en Vetustilla por la casa de la gente- o llamar a ver qué hacían. Pero al poco de terminar la carrera, una amiga se fue a vivir a Barcelona y me transmitió su sorpresa: "alucina, has de quedar con varias semanas, nadie está libre". Luego Fashion lo corroboró y amplió: en Catalunya casi todos están metidos en un programa de actividades tradicionales estacionales (comer calcots, comer bolets, comer -y pillar, espero- castañas, comer butifarra, comer panellets, comer loquesea en playa en verano que hace calor y en montaña en invierno que hace frío), y andan liadísimos. En Londinium, son ingleses, reyes del protocolo, y hay que estar "extremely busy" para demostrar al mundo que el mundo te quiere. 

Luego salí a Tower of London con esas filas y pensé:
qué idiotez el turistear (y entono un mea culpa)

El problema es que esto que era un fenómeno cultural se ha extendido y ha llegado la peste hasta a Vetusta. Cuando vuelvo y quedo con amigos, ya hay que reservar para cenar porque aseguran que no encontrarás una mesa en ningún sitio -que no sean Los Santos Lugares, para los no-iniciados "El Calamar Bravo"- y será un peregrinaje triste que terminará en El Calamar Bravo (para mí, final feliz). 



Soy la única a la que fastidia este status quo? Soy La Resistencia? Así es como lo hago (con variable éxito): en mis paseos en bici de los findes recorro la ciudad sin plan alguno, y si paso cerca de casa de algún amigo, a veces se me ocurre que les podría poner un whastapp y ver si están libres para un té. No lo suelo hacer porque sé que la gente cortocircuita, pero a veces experimento. Un día, por ej, mandé mensaje desde un semáforo. Mi víctima (oh-my-god-cómo-es-posible-esta-loca) contestó algo tipo "sorry, estoy ocupado". Yo, tan tranquila, emoji de ok, se pone verde, sigo pedaleando. Siguiente semáforo: plink, mensaje: "venga, he hecho un hueco" [luego supe que se iba al gimnasio, qué hueco ni qué hueco]. Esa persona se vió ante la presión social de tener que hacer la pequeña performance del "estoy ocupado" (que = "soy importante"), pero luego me vió. La realidad es que si de verdad quieres ver a alguien, y justo merodea por tu barrio, a menos que tengas [cada uno inserte aquí su algo importante cerrado], bajas media hora y la ves. Puedes incluso bajar en pijama (en Londinium: sí, se puede!). 

Os lo aseguro: es Londinium
(pagoda del Victoria Park)


Hoy ha sido uno de esos días: por casualidades de aquellas de la vida, he visto con poca planificación a una divaganta que hasta hace poco no conocía con la que me ha hecho mucha ilusión vernos. "El domingo estaré por casa" me dijo, y yo le contesté, "no dejes de hacer nada por mí, si llego, llego" -nunca se sabe si el día amanece lloviendo, o Mini me requiere para la meiosis o Plinio, o me despierto demasiado tarde, o si fenezco a medio camino, o simplemente me despierto y no me apetece. Pero nada de esto ha ocurrido, así que me he plantado en su casa a desayunar y no hemos parado de hablar en tres horas y media. En serio. Ha sido muy chulo y si lo pienso, siempre es así con los pocos divagantes que he conocido a través de los anios (nota al desfase temporal, esto lo escribí el domingo por la tarde). Alguien que te lee y que te quiere conocer deberá ser alguien afín -solo una vez conocí a una chica (que además era colega y quedamos para ir a una de esas manis pro-NHS) y no hicimos "click". No puedo explicar por qué, fue alquimia sosa, fue falta de química. Pero a esa chica la conocí en Twiter, cuando yo aún miraba aquello, y concluyo que el blog es algo distinto a todas las demás redes sociales. Tiene un grado de profundidad, de intimidad, de alquimia buena, que no tiene ninguna otra.

Así de cerca de Canary Wharf, el distrito financiero
en el este, acabé el otro día

Aquí en el blog también improviso. Hoy he empezado a escribir sobre el intento de secuestro de nuestro tiempo libre por las agendas y he terminado con alguien que me ha dejado precisamente improvisar. Gracias R., por el croissant, los tés, la conversación, por presentarme a M. y por entrar en mi mundo de "vamos a vernos pero sin quedar".

13 abril 2024

Querid@ esquirol, falta de cultura política y otras razones para quemar las calles

 El divagante que lleve aquí unos meses recordará que las médicas y los médicos hemos estado de huelgas en esta isla. Comenzaron los júnior en la primavera de 2023 y luego seguimos los de provecta edad. Hay dos divagues explicando las razones y cómo seguimos adelante cuando el gobierno se negaba a negociar.  Esto cambió y por fin volvieron a la mesa de negociación y tras meses, los séniors hemos votado y aceptado la oferta del gobierno (los júniors todavía no lo han conseguido y habrá que seguir apoyándoles). Esto quiere decir que no volveremos a la huelga y que ha merecido la pena luchas juntos.

Esto último es un discurso muy de este blog: en contra del individualismo, porque a los que luchan separados se les vence juntos, lalala. Todo muy viejuno para el mundo en que vivimos, pero tremendamente eficaz, por eso estoy aquí escribiendo para recordarlo. Es una victoria (peque
ña, la gente se seguirá yendo a la privada porque se gana más y el NHS se sigue desangrando), pero como dice Mini "a win is a win".

También escribo a modo de pataleta: en mi departamento, casi nadie fue a la huelga. No tengo datos porque ha habido cierto secretismo, pero podría decir que de unas 40 personas, que yo sepa la hemos secundado dos (hablo de los séniors, los júniors eran más). En las reuniones se hablaba de "cubrir el trabajo de los que estaban de huelga" y se hacían listados de gente que iban a cubrir las emergencias. Hay que anotar que los que cubrían el trabajo de los que no estábamos cobraban un extra por hacerlo y que a los que íbamos a la huelga se nos deducía dinero de nuestro salario. En esas reuniones la línea editorial parecía ser -aunque se admitía el derecho a la huelga, solo falta- de molestia de tener que cubrir a esos cuatro (como digo, dos) revoltosos que luchaban por todos, y continuamente se elogiaba y daba las gracias a los sufridos compañeros que, por dinero, cubrían en el caso de que alguna emergencia ocurriese. 

Oda al esquirol que se beneficiará
de los logros sin haber arriesgado nada-
en este caso, habrán hecho caja

El otro día, cuando en esa misma reunión se anunció que se terminaban las huelgas de los séniors porque el BMA (sindicato médico) y el gobierno habían llegado a un acuerdo, la misma persona que había mantenido esa línea editorial, siguió para adelante, sin caérsele la cara de verguenza con el "veréis la subida salarial en vuestras nónimas en mayo". Y por supuesto tuvo unas nuevas palabras de agradecimiento "a los compa
ñeros que cubrieron las emergencias", pero ni una mención a los que fuimos a la huelga y conseguimos que ahora todas y todos tengamos una restauración salarial (no iba de subida la cosa) y otros puntos que se pedían con esa huelga que se reflejarán en que el NHS sea un lugar menos malo para trabajar (aunque nunca tan atractivo económicamente como la privada, insisto). 

Durante la semana hablé por separado con el único colega que sé fue a la huelga. El pobre estaba pidiendo que alguien le cambiara una guardia en mayo porque tuvo un covid de los chungos hace poco y aún se está recuperando. Le dije que me parecía el colmo que tuviera él, desde su enfermedad, que encontrar a alguien que le hiciera la guardia a cambio de que él se la haga de vuelta en unos meses, pero esto ilustra la ideología de nuestros gestores. Hablamos también de los resultados de la huelga y calificó mis ideas de "refrescantes". Claro, no las ha oído nunca en este maldito departamento. No hay ninguna cultura social, es auténtico analfabetismo neoliberal.


Dan ganas de raparse el pelo, ponerse una balaclava (pa
samontañas, pero cliquen en el enlace para unas risas si saben lo que es la baklava) y salir a la calle con cierta munición. Yo me siento así constantemente, por ejemplo el otro día tras escuchar el programa de Carnecruda titulado "Los ricos no pagan, los ricos facturan" en el que entrevistan a Carlos Cruzado, técnico de hacienda, que ha publicado “Los ricos no pagan IRPF”(Capitán Swing) ni otros impuestos. No es que lo dijera Zapatero, es que el programa empieza con que Aznar -ese rojo peligroso- lo dijo ya hace más de 20 años, y las cosas siguen sin cambiar. Los ricos, a todos los niveles, usan todo tipo de estrategias para no pagar. Y digo a todos los niveles porque no solo es Amancio Ortega: yo descubrí ya en los tiernos años de segundo de BUP que existían "sociedades" para evadir impuestos. El padre de una amiga -la única que tenía piscina privada en aquella época en el jardín de su casa- tenía "sociedades" donde figuraban hasta el perro. Hablamos de un alto funcionario de mañana que por la tarde tenía un estudio con varios empleados de su profesión liberal y especulaba con propiedades: esta persona, aún quería más tarta de este pastel de la vida. Nada es suficiente. 

Hoy tenemos a los youtubersque que se van a Andorra, a las Shakiras "que desvían un avión para darle un beso a su novio", a los que nunca veremos su cara ni su nombre, a los imbéciles que siguen pensando que "donde mejor está su dinero es en su bolsillo". Claro guapi, así tú puedes comprarte la sanidad privada porque el NHS está colapsando. Sanidad privada que te dará la patada el día en que te quedes sin trabajo y les pidas si pueden seguir manteniendo a tu bebé aunque a ti te congelen la póliza hasta que enuentres curro (spoiler; la respuesta es no, no interesa, con los críos solo no hacen caja, siempre están malitos). O a aquellos que dicen que mira cómo son estos rojos, que no hacen reverencias al susodicho Ortega por su limosna de nosequé scanner, cuando si fuera tan altruísta y no una lavada de cara y de capitales podría muy bien hacerlo anónimamente. Todo apesta: lo que queremos es justicia, que pague sus impuestos en España y se meta su scanner por el orto, como dicen los argentinos. 

Mi discurso refrescante:
métase su caridad por el culo


Volvemos a cerrar el círculo: hemos empezado con la importancia de la unión, con un ejemplo de la sanidad pública británica, y terminamos con la necesidad de que los scanners de la sanidad pública española se paguen con los impuestos, también de los que los evaden. Seguro que no es tan complicado de entender? 

09 abril 2024

"Kill your darlings" (o edita con machete, escritorzuela!). Vuelta al medievo un domingo en Oxford.

Arthur Quiller-Couch, en su libro "El arte de la escritura" (1916)  se inventó la frase del título. La cita entera: 

"Mata a tus chiquitines, incluso cuando rompa
tu egocéntrico corazoncito de escritorzuela"
"Si quieres un consejo práctico mío, una regla, aquí está: Cuandoquiera que sientas un impulso de perpetrar una pieza de escritura excepcional, obedécelo - con entusiasmo - y luego bórralo antes de enviar tu manuscrito a  la prensa. Asesina a tus  pequeñines"

Me gusta la frase por lo que tiene de cachondeo: tú pensando que tienes algo buenísimo que has de escribir y, en fin, en tu cabeza será espectacular, pero solo ahí. Pero lo de la revisión de lo escrito -por lo menos en momentos de alta emoción- me lleva a mi época adolescente, cuando todo era tan intenso y dramático (sí, Mini, no has inventado nada). Por la noche, con el adagio de Albinoni de fondo describías con sumo detalle cómo el mundo se desplomaba por cualquier razón de peso -e.g. el chico que te gustaba se había enrollado con otra. A la mañana siguiente, cuando ya brillaba el sol y sonaba de fondo tal vez Queen o Status Quo te ruborizabas leyendo tamaña idiotez, e iba a la basura, donde pertenecía. Estos fueron mis primeros -y pocos- pinitos en esto del "Kill your darlings" voluntarios. Luego, en la vida, hay demasiadas ocasiones en las que hay que escribir con corsé, o bien usando una jerga-gremial de la que no te puedes zafar, o bien por el límite en el número de palabras, o por lo que sea, como para cuando escribes únicamente por diversión andarte con esos debates.
 
El otro día estuve en una exposición titulada "Escribir, cortar, re-escribir" que iba precisamente de eso. Fue en Oxford, en una de sus 26 Bodleian Libraries donde tienen un archivo con cantidades industriales de manuscritos - y había algunos tras el cristal dignos de reverencia (recordemos hace unas semanas similar experiencia en la British Library). Así que hoy solo voy a poner alguna mala foto que tomé de las vitrinas, siempre con un señor uniformado respirándome en la nuca, que desde el principio dejó claro que las que tenían un icono con lo que parecía una cámara de principios de siglo tachada no eran fotografiables. En serio? No lo hubiera pillado si no me lo dice- aún así se dedicó a perseguirme y repetírmelo a intervalos regulares.




Por liaros, este es de otra exposición
sobre Chaucer que estaba al lado

Aquí empieza la de la edición con un manuscrito
de John Le Carré: no era metafórico aquí el cortar!!!


Los manuscritos de Jane Austen no se  conservan porque no era
costumbre en la época guardar los borradores. Lo que ha sobrevivido 
son material abandonado, como lo de arriba ("The Watsons")


Raymond Chandler -del que divagamos hace poco- tenía una lista
de símiles y si las usaba, apuntaba en qué novela


Atención a esta maravilla: el cuaderno de notas de
George Elliott cuando viajó por España en 1867. 
Los llamaba "sus minas". A la vuelta escribió 
el poema "La gitana española".



Esto es uno de los famosos moleskines de 
Bruce Chatwin -el de "In Patagonia"


Nada menos que "Frankenstein":
Mary Shelley tenía 18 cuando empezó la novela y
le hacía de editor Percy su marido. Aquí le sugiere
cambiar "handsome" por "beautiful" cuando
describe al monstruo


En la segunda edición del "Retrato del artista adolescente",
 Joyce hizo varios cambios, incluyendo quitar una coma
(que como sabemos puede cambiar todo el sentido a una frase)


Y como hace tanto que no salgo de la city -malditos GCSEs-, termino con unas fotos de la ciudad en la que por una vez no fui una más de las hordas de turistas (o eso me hice creer): fui invitada a una comida en uno de los colleges. Un college es el equivalente a un colegio mayor, donde no solo se alojan los estudiantes, sino que viven en una especie comunidad donde tienen tutores adscritos al centro (hablé con uno,  profe de latín, que me contó cómo él no vive en campus pero  al menos un día a la semana va a cenar allí con los estudiantes) y un programa lleno de actividades culturales y deportivas. Esto me recordó cuando en la uni iba al Pedro Cerbuna, el colegio mayor de Vetusta, a ver pelis, a conferencias o a tener conversaciones que me impactaron como aquella con un compa que tenía a su familia engañada sobre cuántas asignaturas tenía colgando y para pagar re-matrículas se alimentaba solo de lentejas. Las habitaciones tenían un armario de doble puerta que contenía un lavabo (esto me fascinó), el resto era comunitario. No estuve en el comedor, que seguro no tenía nada que ver con este (imágenes abajo): algunos de los colleges en Oxford datan del siglo XIII y son espectaculares. Casualmente, estaba yo releyendo "El nombre de la rosa" y podía ver a Guillermo de Baskerville -que se había formado aquí, como Guillermo de Ockham, el filósofo franciscano real en el que Eco inspiró- paseando por los claustros. 

Tenía muchas más fotos, pero aquí sí que he tenido -como siempre, con dolor- que "Kill my darlings": ahí van. 

Pequeño drama: Pret ha cerrado el grifo de la suscripción,
ya no vale el pantallazo del QR.


Alguien ya inventó llamar a un pub como un neurotransmisor;
aquí a una pastelería llaman "Endorfinas" (les pido derechos?)


El menú de este café está en guineas

Esto es el patio de un college


Y otro


Oxford in the bloom

Pongamos que monísimos diablillos
custodian tu casa


Todo puertas así, de todas tus asignaturas favoritas


Refectorio donde comimos y
comen los malditos alumnos a diario


Capilla del college donde estuvimos

Un poco más, y creo

Me pregunto qué pensará Vox sobre
que esta bandera presida una iglesia


Esta es la más famosa de las Bodleian libraries,
a la que no nos dio tiempo a entrar-volveré solo por esto


Termino con imágenes de un Pret cualquiera...

Sí, hasta los Prets son de época...

El sauce llorón, muy de ciudad universitaria,
ya de camino a la estación


03 abril 2024

"The moonstone" de Wilkie Collins: la primera novela de detectives casi me lleva al láudano


Las imágenes de hoy son de las inmediaciones
de la casa de la prota en Londinium
"The moonstone" ("La piedra lunar") es la novela que publicó Wilkie Collins serializada en 1868, cuando estaba en la cúspide de su fama . De ella se dice que es "la primera novela de detectives de la historia" y que en ella se pueden encontrar muchos de los recursos que usarán en el futuro Conan Doyle, Agatha Christie y demás.  Así que como llevo una época leyendo novelas de detectives (hasta estoy releyendo "El nombre de la rosa", más de esto pronto) y como "The moonstone" lleva esperándome en la librería mínimo diez años, este ha sido su momento. 

He pasado por varias fases leyendo este clásico decimonónico: al principio, cierta excitación porque el narrador de la primera parte es el típico mayordomo británico redicho, y quién no se derrite con frases como "here, for one moment, I find it necessary to call a halt" o "I could write pages of affectionate warning on this one theme but (alas!) I am not permitted to improve- I am condenmed to narrate".  Aunque últimamente a veces me estiro, no las traduzco porque perderán gran parte de su gracia. Y envido: creo que leer la novela traducida será un tostón -yo he encontrado poca cosa de interés formal. ¿Por qué lo he terminado? Hubo un par de momentos de abandonar y de ahí este divague: voy a intentar explicármelo aquí y quizás me sorprenda. No será la primera vez que me reconcilio con un libro tras escribir de él. Veremos. 

Cuando digo que formalmente no me ha aportado (siempre hay frases memorables como "wasted and worn and as wild and wicked as ever"), estoy pensando por ejemplo en Dickens -que por cierto era amigo suyo y le apoyaba mucho. El único Dickens del que yo he divagado es "Oliver Twist" y lo hice en dos divagues en los que difería en parte de la formulación del personaje del autor, pero en los que afirmaba que está "maravillosamente bien escrito". También he metido el comienzo de "Historia de dos ciudades" al menos un par de veces en la "historia del divlog", y me parece uno de los mejores. Pero Collins no es así: cuenta bien, correctamente, pero mis subrayados han sido en su mayoría de ideas y de contexto, pero formalmente me ha aburrido enormemente. 

Luego tenemos la trama: el misterio va del robo de un diamante enorme que se trajo un tipo tras el expolio británico de la India y que le regaló a su sobrina para su dieciocho cumpleaños. La desaparición ocurre durante la fiesta en la mansión familiar en Yorkshire, y la investigación es narrada por una variedad de voces: empieza Betteredge, el susodicho mayordomo, y le siguen unos cuantos sospechosos o adyacentes. Hay un detective maniático (a alguien le suena este perfil de la literatura posterior?) y la única narradora de las seis voces es una fanática religiosa con (de) la que al principio te ríes, pero al final, carga. Esta variedad de voces es interesante porque ninguna es confiable (volvemos al concepto del "unreliable narrator"), y con respecto a esto no puedo decir nada sobre la autoría del robo por si alguien aún quiere leérselo, pero esto también es una decepción. Esta trama -y esto es puramente personal- a mí no me llega: estas historias me gustan más tirando a lo gótico, necesito un cadáver como mínimo. Un robo no es lo mismo.

Me he imaginado que esta es la casa,
por poner una
Claro que Collins ya había escrito antes "The woman in white" -libro que leí en la era pre-divlog, afortunadamente no hay enlace- el primero de un género británico: la "novela sensacionalista" ("sensation novel"). Esta corriente duró poco (décadas de 1860-70) y sus historias estaban llenas de cementerios terroríficos, villanos malévolos, amantes-bandidos y, para que llegase al lector, todo muy sensorial -como te dicen en los cursos de escritura creativa: ruidos penetrantes, olores desarmantes, sabores exóticos. En sus tramas, locura, secretos familiares, enfermedades extrañas. Este género bebía de los viejos romances góticos (atención a la definición de "romance" aquí), a la vez que incluía elementos del realismo. Ni que decir tiene que aunque estas novelas fueran "best-sellers" de la época, las críticas y las blogueras snob no las miraban con buenos ojos. Nada nuevo bajo el sol. Nota: hay novela gótica, y novela gótica. 

La plaza tiene jardines privados
a los que solo acceden los residentes
Con "The moonstone" sin embargo, Collins abre un nuevo género -que ya había existido en relato breve-, el de la "ficción detectivesca". Aquí no hay decorados a lo Tim Burton, ni suspense ni sustos, sino una investigación donde interesa más el personaje del detective -que es siempre el más listo de la sala- que el crimen en sí mismo. Recuerdo ahora al super-cool Philip Marlowe, que con su presencia llena la novela y se la come: a quién le interesa la trama ni quién mató a quién si tienes a Philip diciendo cosas como "un hombre no hace la cantidad de dinero que usted tiene de ninguna manera que yo pueda entender".  La "detective fiction" sigue técnicas de investigación, uso de la lógica (ay, qué festival con Guillermo de Baskerville-más en el siguiente divague) y aunque haya giros de guión y alguna sorpresa, todo va de la agudeza del detective. Aquí se llama Sargento Cuff, está obsesionado con las rosas, y es el precursor de Sherlock Holmes. 

Acaso exagero con lo de la cara de
pocos amigos de los indios de mi portada?
Lo que más me ha gustado de la novela es el simbolismo del diamante robado en India por los ingleses:  una crítica al imperialismo. No es gran spoiler decir que el diamante se recupera y termina devuelto a su país de origen, tal vez deseo de Collins, movido por la culpa, pero no hay más que pasarse por el Museo Británico para ver que gran parte de lo saqueado por el mundo sigue aquí. Parece que un diamante llamado Koh-i-Noor se lo trajeron a la malhumorada reina Victoria y luego pasó a formar parte de las joyas de la corona. Debió haber controversia hace poco y Camilla no llevó el diamante en su coronación - tenéis a una mala reportera destacada en la isla porque yo de esto ni me enteré. Pero vamos, aunque Collins puede querer simbolizar todo esto, los indios no salen muy bien parados en la novela: hay tres que vienen para intentar recuperar lo que se robó de la frente de su Buda, y si una se fía por la portada -espada, turbante y ce
ños fruncidos-, dan mucho miedo. La novela tiene muchos comentarios racistas, pero claro, contexto y esas cosas... precisamente hoy en la cena le hablábamos a Mini de una canción que decía "cuando te digo china-china-china del alma, tu me contestas, chinito de amol" y le hacíamos así con los deditos frente a las caras, la pobre ha alucinado. Cuando le hemos puesto el video, se ha muerto de risa, y el Peda: "aún son pocas las escenas que se ven en los campos de fútbol en Espania, si piensas de dónde venimos". También hay un aparente rechazo a todo lo extranjero, que supongo es irónico- porque uno de los personajes principales ha viajado y vivido por Europa y el mayordomo explica algunas de sus actitudes por influencias de estos países ("That foreign training of his. Those French and German and Italian sides of him").

Descubro que en esta plaza también
vivió John Lenon

... y Anthony Tropolle
("no era mala plaza")

El racismo no es nada, pero na-da, en comparación con la misoginia. Es, simplemente, demasiado. No sé dónde leí que sus mujeres "eran personajes fuertes" pero en la realidad, la heroína (a la que regalan y roban el diamante) es simplemente una persona tirando al mal genio y que no tiene voz propia en la narración- como he dicho, solo narra la beata, un rollo de tía. Collins, por la boca de todos los personajes masculinos tiene un "field day" machista durante toda la novela. Que si el mayordomo se casa con una sirvienta a la que no quiere porque así "le harán las cosas sin tener que pagar por ello", que si las mujeres delgadas tienen "una terrible desventaja, en mi opinión", que si "el hombre es superior a la mujer" (sin ningún tipo de ironía), "habrías hecho grandes cosas en mi profesión si hubieras sido hombre", que si "las feas lo pasan mal en este mundo", que si las mujeres somos histéricas/sin principios/ perversas / pasionales... en fin. 

Y por qué no: unas cuantas imágenes
más de la plaza





La novela tiene algún punto social que prometía y que Collins debería haber expandido. En primer lugar, le da voz a un sirviente. Como sabemos, no hablan los sirvientes en Jane Austen -que por muy tiesos que estén los protas, siempre son de la alta suciedad-,  Jane Eyre era institutriz pero por huerfanita, y así todo. Sin embargo, no sé si por primera vez (Ishiguro vino después), aquí hablan y tienen un papel más o menos importante los criados. Betteredge el mayordomo, gran fan de "Robinson Crusoe" (y me encanta, se enfada con los que no lo aprecian), dice cosas como "si robas a una persona eres un ladrón, en contraste con si montas una compañía en la City y robas a miles; ahí la ley de dejará en paz". "Los sirvientes no tienen el lujo de poder entregarse a los sentimientos". O esta, sobre la vida sin trabajo de los señoritos, que me encanta: 

“Gentlefolks in general have a very awkward rock ahead in life - the rock ahead of their own idleness. Their lives being, for the most part, passed in looking about them for something to do, it is curious to see - especially when their tastes are of what is called the intellectual sort - how often they drift blindfold into some nasty pursuit. Nine times out of ten they take to torturing something, or to spoiling something — and they firmly believe they are improving their minds, when the plain truth is, they are only making a mess in the house".

Hay una criada llamada Rosanna Spearman, por la que Collins suele expresar estas ideas: ella dice que un día "los pobres se levantarán contra los ricos", o que ella era ladrona porque "su padre desertó de su madre" (la abandonó, pero el verbo desertar me parece más gráfico aún). Tiene la osadía de enamorarse de uno de los señoritos, cómo se le ocurre, si además de criada es fea y jorobada! Ella es parte central de la investigación con una anécdota despatarrante que envuelve una tela manchada de pintura y arenas movedizas. A ver, no es que le achaque a la novela estos trozos increíbles de trama (el final es también de traca), lo peor son los críticos literarios "interpretando" estas cosas. Hace tiempo que llevo diciendo que me encanta aprender de la crítica literaria profesional en cuanto a recursos, tropos y demás, pero cuando se meten en psicoanálisis, pongo la mano en mi revólver. O sea, que las arenas movedizas representan "que las cosas no son como aparentan", "los pasados oscuros que nos persiguen" y tal.  Sí, claro, Collins estaba pensando en eso cuando metió con calzador esa parte de la trama. Give me a break.

También hay algunos comentarios sobre la clase médica y la medicina en general - "el médico se ganó una guinea por aconsejar que ella debería estar entretenida";  la beata dice "esa notoria profesión de paganos" y esto me lleva a otro punto interesante que une la vida del autor con un detalle clave de la trama: el opio. Collins sufrió de una enfermedad dolorosa que terminó haciéndolo adicto al láudano (combinación líquida de opio con otras sustancias), como otros escritores victorianos - pensemos en el  «Círculo Diodati» en la villa aquella suiza el verano de 1816: Lord Byron, Mary Shelley, John William Polidori. Entre que llovía, el láudano y vamos a contarnos historias de miedo por la noche salió "Frankenstein" y "El vampiro". Coleridge, Rossetti, Abraham Lincoln y muchos más, no solo personas sino personajes literarios, han estado adictos al láudano​ y en "The moonstone", aparte de uno de los personajes y narradores, Ezra Jennings, el opio juega otro papel fundamental en la historia. Ahora podría seguir divagando sobre drogas y literatura y meterme en Sherlock Holmes y la cocaína (Conan Doyle había sido oftalmólogo, así que la conocía bien) pero la razón va a prevalecer y voy a terminar. Porque creo que ya me he dado respuesta: supongo que por cosas como estas, lo que te vas encontrando luego alrededor del texto, ha merecido la pena leer "The moonstone". Y también por algunas reflexiones metaliterarias como "no se encuentran los escritores a veces interfiriendo entre sus personajes?" o los usos de la escritura como terapia porque "aclara la mente"

Aunque, cuidado, escribir puede ser una terapia tan adictiva como el opio: Wilkie Collins lo sabía bien. 

Juicioso uso de tus impuestos:
esto te lo encuentras pasando con tu bici por Hyde Park.


PS: termino con unas imágenes de unos "mews" justo detrás de la plaza en la que vive la protagonista en Londinium, en el corazón de Marylebone. Son los Montagu Sq. Mews, lo que fueron las caballerizas de los que vivían en la plaza que he ilustrado arriba. Hoy son monísimas casitas cuyo alquiler -no hablemos compra- nadie con un sueldo honrado, como diría Marlowe, podría pagar.