Odio planear el tiempo libre. Sí, a veces igual es imposible no hacerlo, pero si puedo, lo evito. Eso de tener que abrir la agenda para quedar con gente ya no es para mí.
Nota: las fotos de este divague son de mis paseos en bici, como habré dicho ya, el ejemplo máximo de esa libertad de irte de casa y hacer lo que surja, sin plan previo. Solo hay dos de este finde (Támesis arriba, hacia el oeste), el resto son del finde pasado (Regent's Canal y Támesis abajo).
Y digo "ya" porque cuando Mini era peque, los fines de semana eran un rosario de actividades planeadas de las que recuerdo con particular horror los "malditos cumpleaños" (si sabes a qué canción me refiero, estás fked) prácticamente semanales que habías puesto en tu agenda meses antes -junto con la nota mental de la compra de regalo.
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De fondo, el puente de Chiswick |
Ahora, lo mejor que me puede pasar cuando me preguntan en el curro el viernes "qué planes tienes para el finde", es que la respuesta sea "ninguno". Hay que decir que algunos, pobres, se sienten claramente incómodos, y siendo ingleses amables intentan rellenar por ti: "ah qué bien, relajarte", dicen, creyendo que te sacan de un pozo. Y yo les miro, sin coger la mano metafórica y pienso: ¿tú me conoces mínimamente? Yo, ¿relajarme?
Si con lo de "no planes" alguien se ha podido llevar al error de "Di es una chica mediohippie, tal vez moderna del rollo perdamos el tiempo", les saco de su error. No va de eso: aspirar a no tener que planear el ocio no significa no hacer. Yo nunca puedo parar, tengo un motor dentro. Siempre hago cosas y si se puede, varias a la vez. Nunca jamás salgo sin un libro a la calle, por lo que pueda pasar. Si no me estoy concentrando, escucho música o radio o podcast. Solo pongo atención plena cuando la cosa -suele ser persona- lo requiere (los del mindfulness lloran). No podría pasarme una tarde sin hacer nada -aunque luego igual me daba para divagues buenos (lo dudo, estar sola en mi cabeza pueder ser un mal viaje)- y una sensación que abomino es el aburrimiento. Si sueno insoportable, lo soy. |
Te da felicidad? NO, pero tirarlo también me agobia (esta también soy yo: como dice el Peda "qué duro es ser tú") |
Como digo a estas alturas de la vida, lo que no me gusta es planear también los findes, a menos que sea absolutamente necesario. Por ejemplo: tengo unos amigos con los que querría ir a una "80's silent disco" (te dan unos auriculares y bailas a tu bola) en un sitio muy chulo (un antiguo teatro) pero me he negado a comprar la entrada -que ellos tienen desde febrero- porque es a finales de junio. Yo veré la semana de antes si queda sitio (probablemente no, esta ciudad), pero mientras tanto, quiero tener la posibilidad de ir a ver a Roc si cuadra, o simplemente tener el horizonte limpio de esos findes con actividades que para mí son ruido mental. Bastante tengo con tener los findes de guardia en el calendario, a meses vista. |
Esto es noreste, el Regent's canal cerca de Victoria Park (aún no hay turistas) |
Esto de la planificación y la reserva era antes algo cultural, muy de ingleses y catalanes [nota: la Yaya debiò de ser precursora de todo esto cuando me decìa "ya veremos, de cara a la primavera"]. Ilustro: yo la última vez que viví en Ejpein fue en Vetusta y era estudiante, así que estas mamonadas no existían, te podías pasar por un bar -y en Vetustilla por la casa de la gente- o llamar a ver qué hacían. Pero al poco de terminar la carrera, una amiga se fue a vivir a Barcelona y me transmitió su sorpresa: "alucina, has de quedar con varias semanas, nadie está libre". Luego Fashion lo corroboró y amplió: en Catalunya casi todos están metidos en un programa de actividades tradicionales estacionales (comer calcots, comer bolets, comer -y pillar, espero- castañas, comer butifarra, comer panellets, comer loquesea en playa en verano que hace calor y en montaña en invierno que hace frío), y andan liadísimos. En Londinium, son ingleses, reyes del protocolo, y hay que estar "extremely busy" para demostrar al mundo que el mundo te quiere.
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Luego salí a Tower of London con esas filas y pensé: qué idiotez el turistear (y entono un mea culpa) |
El problema es que esto que era un fenómeno cultural se ha extendido y ha llegado la peste hasta a Vetusta. Cuando vuelvo y quedo con amigos, ya hay que reservar para cenar porque aseguran que no encontrarás una mesa en ningún sitio -que no sean Los Santos Lugares, para los no-iniciados "El Calamar Bravo"- y será un peregrinaje triste que terminará en El Calamar Bravo (para mí, final feliz).
Soy la única a la que fastidia este status quo? Soy La Resistencia? Así es como lo hago (con variable éxito): en mis paseos en bici de los findes recorro la ciudad sin plan alguno, y si paso cerca de casa de algún amigo, a veces se me ocurre que les podría poner un whastapp y ver si están libres para un té. No lo suelo hacer porque sé que la gente cortocircuita, pero a veces experimento. Un día, por ej, mandé mensaje desde un semáforo. Mi víctima (oh-my-god-cómo-es-posible-esta-loca) contestó algo tipo "sorry, estoy ocupado". Yo, tan tranquila, emoji de ok, se pone verde, sigo pedaleando. Siguiente semáforo: plink, mensaje: "venga, he hecho un hueco" [luego supe que se iba al gimnasio, qué hueco ni qué hueco]. Esa persona se vió ante la presión social de tener que hacer la pequeña performance del "estoy ocupado" (que = "soy importante"), pero luego me vió. La realidad es que si de verdad quieres ver a alguien, y justo merodea por tu barrio, a menos que tengas [cada uno inserte aquí su algo importante cerrado], bajas media hora y la ves. Puedes incluso bajar en pijama (en Londinium: sí, se puede!).
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Os lo aseguro: es Londinium (pagoda del Victoria Park) |
Hoy ha sido uno de esos días: por casualidades de aquellas de la vida, he visto con poca planificación a una divaganta que hasta hace poco no conocía con la que me ha hecho mucha ilusión vernos. "El domingo estaré por casa" me dijo, y yo le contesté, "no dejes de hacer nada por mí, si llego, llego" -nunca se sabe si el día amanece lloviendo, o Mini me requiere para la meiosis o Plinio, o me despierto demasiado tarde, o si fenezco a medio camino, o simplemente me despierto y no me apetece. Pero nada de esto ha ocurrido, así que me he plantado en su casa a desayunar y no hemos parado de hablar en tres horas y media. En serio. Ha sido muy chulo y si lo pienso, siempre es así con los pocos divagantes que he conocido a través de los anios (nota al desfase temporal, esto lo escribí el domingo por la tarde). Alguien que te lee y que te quiere conocer deberá ser alguien afín -solo una vez conocí a una chica (que además era colega y quedamos para ir a una de esas manis pro-NHS) y no hicimos "click". No puedo explicar por qué, fue alquimia sosa, fue falta de química. Pero a esa chica la conocí en Twiter, cuando yo aún miraba aquello, y concluyo que el blog es algo distinto a todas las demás redes sociales. Tiene un grado de profundidad, de intimidad, de alquimia buena, que no tiene ninguna otra.
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Así de cerca de Canary Wharf, el distrito financiero en el este, acabé el otro día |
Aquí en el blog también improviso. Hoy he empezado a escribir sobre el intento de secuestro de nuestro tiempo libre por las agendas y he terminado con alguien que me ha dejado precisamente improvisar. Gracias R., por el croissant, los tés, la conversación, por presentarme a M. y por entrar en mi mundo de "vamos a vernos pero sin quedar".