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16 abril 2015

"La breve vida maravillosa de Oscar Wao" , de Junot Díaz. Londinium again. (LZ12)


Hay viajes que acaban siendo un libro. El verano pasado en la costa oeste de los EEUU fue "The Corrections". Aunque leí otros, la novela de Franzen fue, por sus dimensiones y por lo terriblemente americano, la novela del viaje. El libro de Lanzarote ha sido "The wondrous brief life of Oscar Wao" ("La maravillosa vida breve de Oscar Wao") de Junot Díaz, que ganó el Pulitzer y el National Book Critics Circle en 2008. Y lo acabo precisamente cuando despega el avión de vuelta a casa. 

No ha sido tampoco el único: ya conté que estaba leyendo "Justine", el primero del "Cuarteto de Alejandría" en el vuelo de ida, y me duró unos días. Cuando se me acaba (él a mí o yo a él, dejemos la duda), comienzo Oscar y... WOW (wao). Qué velocidad, qué vértigo: estos dos libros están en dos galaxias distintas, o por lo menos sus escritores no han vivido en el mismo planeta. Y eso es lo mágico de la literatura: nos hace astronautas que ven desde su ventanita esos mundos que no nos da tiempo a vivir. 

Junot Díaz nació en Santo Domingo, y es uno de esos hispanos emigrados a los Estados Unidos que escribe en inglés. Su padre trabajaba allí mientras él con su madre y hermanos seguía en la República Dominicana, y a los 6 anios toda la familia le siguió. Hoy en día da clase de escritura creativa en el MIT, nada menos, y está muy metido en temas de inmigración.

Junot, los divagantes. Divagantes, Junot.
Dos puntos del párrafo anterior: 1. Escribe "en inglés". Bueno, la novela está escrita en inglés y en dominicano. La traductora que se metió en la colosal tarea de pasarla al castellano, la cubana Achy Obejas, merece una estatua, y eso que no la he leído. Sinceramente, no sé cómo se puede traducir esta novela. Los vaivenes entre el inglés y el dominicano SON la novela. El ritmo, el sonido, el espítitu del libro es ese lenguaje que es precisamente el que se habla en los barrios hispanos de las ciudades americanas. Y es vertiginoso. 

Ya he comentado el punto 2. la inmigración: Oscar es también hijo de una dominicana que emigró a los Estados Unidos. Es, en el fondo, lo que empieza a ser, para nuestro susto, nuestra Mini: alguien asimilado a la cultura del país donde ha ido al colegio, al cine, al parque. Para Oscar, la República Dominicana es ese lugar caótico donde se va de vacaciones, casi un suenio, sacado de una novela de realismo mágico con frutas exóticas, vacas muertas colgadas de ganchos enmedio de la calle, y moscas y gente que grita y se toca. 

En el primer capítulo de la novela ya te encuentras con algo que va a ser una constante: notas al pie de página. Aquí Díaz da datos, aunque siguiendo con su particular voz (tranquis que no es wikipedia), para el lector que sepa poco o nada de la historia de la República Dominicana. Aunque está en casa, no he leído "La fiesta del chivo" de Vargas Llosa, pero sí leí hace mucho "Galíndez" de Vázquez Montalbán. Decir que al chivo no me han quedado ganas de leerla: ya me ha sido suficiente la novela de Díaz con su descripción de las atrocidades de ese megalómano, Rafael Trujillo, así que la idea de algo más pormenorizado me da entre miedo y naúsea. 

En "Oscar", el horror del trujillato se ve reflejado en una saga familiar-como no podía ser de otra manera cuando pensamos en literatura latinoamericana-, que incluso los que no han crecido bajo su dominio, los que han nacido en otro país, como Oscar y su hermana, sufren. Y uno de los vectores de ese sufrimiento es obviamente, la madre de ambos, Hypatia Belicia (qué inmenso nombre, Hypatia, me lo pido!-aunque se refieren a ella como Beli). En los primeros capítulos, en tiempo real, Beli maltrata a Oscar y a su hermana, y la impresión es de una sicópata sin entrañas, una mujer odiosa. Luego Díaz mete la marcha atrás y nos encontramos en la República Dominicana, incluso antes de que naciera Beli. Y ahí empiezan a encajar las piezas (But folks always underestimate what the promise of a lifetime of starvation, powerlessness, and humiliation can provoke in a young person's character” ). Este puzzle particular lo encajan muchas veces los que trabajan con gente que ha hecho "cosas horribles". Algunas veces, descubrir un pasado como el de Beli desarma y llena de ansiedad, porque no hay manera de parar la espiral. O no es fácil, mejor dicjo: sí que hay manera, o debería.

Mi personaje favorito de la novela es La Inca. Sin entrar en detalles sobre en qué rama del árbol genealógico de esta familia está colgada, decir que La Inca es una Yaya, que es lo mejor que le puedo decir yo a nadie. Las yayas son para mí La Roca en una vida, el cimiento que puesto en tu infancia va a sujertarte y a darte alas a la vez. La Inca, como buena yaya cuida, rodea, está allí, ayuda, espera y lucha. Todo hubiera sido (aún) peor sin ella, y cada vez que aparece, brilla el sol. “Know that in this world there's somebody who will always love you", esta frase es de La Inca, of course. 

El libro está narrado por distintas voces, la principal la de Yunior, una especie de alter-ego de Díaz, que ha usado en otras de sus novelas/relatos, y con el que quería escribir varios libros. Curiosamente, Yunior es un personaje, el novio de Lola, pero esto no se sabe hasta más adelante. Es el personaje contrapuesto de Oscar, el que responde a las expectativas de lo que debe ser un dominicano, mucha testosterona. Lola también narra un capítulo, y en el segundo, el narrador usa la segunda persona. En la wiki hablan del "code switching", que consiste en cambiar de idioma (el famoso spanglish). 

Y ya terminando el divague y no he hablado de Oscarm (ni del fukú!), el chaval gordo (You think people hate a fat person? Try a fat person who’s trying to get thin”), nerdo de la ciencia ficción y los cómics,  que además quiere escribir. Nerdo de este tipo: Dude wore his nerdiness like a Jedi wore his light saber or a Lensman her lens. Couldn’t have passed for Normal if he’d wanted to”, geek special de luxe.  Su vida, por tanto, no es fácil, nadie le lee, pero sigue escribiendo, y arriesgándose, a su manera, y sin tomar las riendas de su vida ("But you can't regret the life you did not lead"). 

Oscar me inspira mucha ternura, porque además se enamora como una bestia y le pasa lo que a todos los rarunos ("Oscar sat in the back of the class, beind his DM's screen, and watched his adolescence stream by. Sucks to be left out of adolescence"). Alguna vez tiene éxito ("She was the kind of girlfriend God gives you young, so you'll know loss the rest of your life”), y en otras la típica "seamos amigos", esa que todas hemos probado con variable éxito (“Poor Oscar. Without even realizing it he'd fallen into one of those Let's Be Friends Vortexes, the bane of nerdboys everywhere"). O toca esperar, toda una vida (Ybon was the one who suggested calling the wait something else. Yeah, like what? Maybe, she said, you could call it life.”  ).

Pero además, Oscar está enamorado de la literatura, y eso, a los nerdos de la pispa entre los que me incluyo, nos hace bailar tregua y catala y abrazar el libro: "(His love for Ana) had the density of a dwarf-motherfucking-star and at times he was a hundred percent sure it would drive him mad. The only thing that came close to how he felt about his books; only the combined love he had for everything he'd read and everything he hoped to write came even close.”

 Oscar Wao es una montaña rusa, un tirarse en puenting de libro. Es cómico, es triste y es cabreante. A ratos es terriblemente duro, porque la vida para la mayoría en este mundo lo es. Es pasearse por el guetto, es volver a Macondo o a las celdas en los primeros libros de Allende, es un concierto de rap en pleno Brixton. Pero sobre todo, estilísticamente es de lo mejor que he leído últimamente. Hay que hacerse con él: no hay salida, la única es hacia dentro. 


“But if these years have taught me anything it is this: you can never run away. 
 Not ever. 
The only way out is in.” 

15 abril 2015

Pero a quién le pone ponerse en el brazo un búho? (LZ11)

 El penúltimo día de vacaciones tuvimos la brillante idea de irnos a dormir "cerca del aeropuerto", como si no estuviera todo cerca en Lanzarote. Podríamos haber dormido perfectamente chez Lolo en Orzola y habernos levantado media hora antes por la maniana. Pero no. El caso es que acabamos en un nuevo "todo incluído" en Costa Teguise, al lado del aeropuerto, en gran parte para que Mini se quedara con el recuerdo idílico de su "hotel-para-ingleses". 

Eso sí, pasamos toda la maniana en la cala enfrente del piso de Lolo, que estaba desierta, con su agua transparente y... congelada. Mini y el Peda se bañaron. Suficiente con decir que yo me limité a leer en la orilla, agua hasta las rodillas. No sé porqué me viene esa imagen de aquellas patéticas mujeres de mi infancia que nadaban sin meter la cabeza. Algunas es que "habían estado en la peluquería", decían; otras hasta llevaban rulos! (puede ser o estoy fabulando?). El caso es que uno de mis principios es que no se puede nadar sin meter la cabeza. Punto.

Pero divago. Estoy mareando la perdiz porque no quiero llegar al punto doloroso del divague. Que he de afrontarlo sí o sí, dice mi terapeuta. Inspiro. Bien, como digo llegamos al último "todo incluído" que afortunadamente esta vez no llevaba cena de rigor en el paquete. Pero: lo que no podía faltar era su "minidisco" y el espectáculo posterior. Señorr, aparta de mí este cáliz. Pero el Señor no aparta nada, y ahí que tenemos a Mini ya atenta al reloj para acudir al evento. 

Al principio todo parece inofensivo: dos chicas bien simpáticas (una de Vetusta! Pero cuando se ha visto a un vetustiano fuera de allá!?! rara avis, pienso, sin saber lo que me espera) están pintando caras y de fondo suenan hits como "I'm a Barbie girl, in a  Barbie world" (os dais cuenta? mi hija NO CONOCÍA esa canción, y está en pretérito porque ahora ya se la busca en internet, tanto le gustó). Ahí estoy yo medio camuflada con mi libro, el Peda no sé dónde ha ido. En estas que entran unos tipos con unas cajas como las que se llevan perros pequeños en los aviones. Traen perros? me pregunto, volviendo a mi libro, ya no saben que inventar. 

Uno (todos parecen mafiosos, pienso en retrospectiva) se para a mi lado, la caja a la altura de mi occipucio. En estas que se me ocurre darme la vuelta y... a través de las rejas dos ojos se fijan en los míos y pego un salto: PERO QUÉ HOSTIAS!? ES UN PUTO BÚHO!!!

Tienen que disculpar mi francés, no suelo escribir exabruptos, pero se hacen imperativos. Cuánto odio yo a los pájaros, de todo tipo y condición, es bien sabido: que la OMS lo catalogaría de fobia no hay duda. Y ahí tenemos a cuatro fulanos con cuatro cajas donde tienen todo tipo de "aves de presa". Entro en pánico. Mini está encantada, y la mando que pregunte si van a volar libres... y vuelve dando palmitas: sí, mummy, sí. Matar a la madre, concepto freudiano que adapto: no puede ser otra cosa, pienso.

Peda, necesito un relevo. Y me voy a la habitación a seguir leyendo a Oscar con un programa tituado "Pesadilla en la cocina" de fondo.  Para pesadilla lo que hay ahí abajo... porque sí, luego Mini y su padre me lo cuentan con plumas y seniales. "Mummy, era un barn owl, no un owl, era un barn owl, y los conozco bien porque los tuvimos en el cole de "Topic". Sí, ya me acuerdo, un trimestre que trajo al final un montón de dibujos y actividades, e incluso un búho de arcilla! Según el Peda tambien había un aguila, otro bicho que voló de un lado a otro y-atención-, un buitre. Yo no tengo claro si se están intentando quedar conmigo, o bien se trata de una nueva expresión del "Peda y la asignatura ciencias naturales", porque no diferencia un pino de un abeto. Para él, "todos son pinos". Así que, qué más da... un buitre que un periquito. 

Pero no se pongan las manos en la cabeza, no llamen aún a servicios sociales. En un punto, cuenta el Peda que los mafiosos de las cajas ofrecen que el personal se haga fotos con un búho en un brazo y el buitre en otra, por módicos 10 euros (no saben lo que comen esos bichos). Una ovación al Peda que le dice nanai a esa hija kamikaze que ya estaba dando palmaditas ante la idea. 

Quién dijo que las vacaciones eran para descansar?

14 abril 2015

Jameos del Agua. Cueva de los Verdes. Apartamento de Lolo (LZ10)

Yo sé que hace más de un mes que hemos vuelto de Lanzarote y que estos divagues retrasados ya no tienen ni pies ni cabeza. El caso es que son un diario y ya falta menos.

 









Lo de hoy van a ser solo unas fotos: de la Cueva de los Verdes solo una penosísima del anfiteatro donde se toca música clásica, ya que en su mayoría salieron borrosas, por aquello de no llevar trípode. Las otras son de los Jameos del Agua, verdaderamente un oasis enmedio de la lava. Se nota que es también de César Manrique.


Uno de los highlights del día es que mis compas de viaje me dejancenar en casa. No he contado lo mucho que me fastidia el tema comida cuando estamos de viaje? Siempre comiendo fuera, más, e insaludable. En esos momentos añoro mi ensaladas, fruta, corn flakes. Pues bien, esta noche  nos marcamos unos huevos fritos con bacon en la terraza del apartamento de Lolo. 

Quién es Lolo? El duenio del apartamento de Órzola, que pillamos por internet. Es un sitio muy pequenio, pero la sala, que tiene la cocina dentro, da a una terraza con vistas al mar. Tenemos una calita frente a casa, y da gusto desayunar (y cenar!) allí. 

 




Lolo es un chico de veintiantos, que es canario pero bien podría ser suizo: rubio, ojos claros, atlético y muy muy moreno de piel. Lolo nos cuenta que es... pescador! Tiene un pequenio barco con un amigo, aunque su pasión es la pesca con arpón a pulmón. Le pregunto cómo se vive de la pesca, y dice que hay días que se puede sacar el salario de un mes (100 kgs? soy mala recordando cifras), y otros días nada. Me indica el tamaño de algunos bichos que han robado al mar. Alucinamos de que esta vida aún sea posible: levantarse a las 5 de la maniana y a la mar, a la aventura... a luchar contra los elementos y la mala suerte. Qué vida tan distinta de la mía en la ciudad.

Cómo acabó aquí? Lolo estudió la carrera en Granada: profesor de educación física, pero como no salen oposiciones desde hace mucho, "de momento estoy pescando". Le gusta y maniana, quién sabe. Lolo es uno de esos chavales que la crisis se ha llevado por delante, o tal vez para él haya sido una manera de hacer lo que le gusta. Lo ideal sería que tuviera la opción de elegir entre ejercer sus estudios o hacer de su afición su trabajo. Tal como están las cosas, es lo segundo. Pero ojalá hubiera muchos con un Plan B como él. 

Me voy a la cama pensando que nunca dejaré de viajar.

13 abril 2015

Un wifi! (LZ9.5)

Darlings... Brevemente. Estamos totalmente desconectados del mundo. Por fin un wifi en un restaurante y no puedo comentar!! Así que este breve para tranquilizar:  he escrito por las noches en Word, pero no podré subirlos hasta la (otra) isla!!

Divagues sobre la "vida de resort", José saramago, cesar manrique y detalles olímpicos como que hoy hemos pedaleando 10 kms por hacer honor a nuestro nombre de Pedalistas... 


Aventura en La Graciosa. Alquiler de bicis "La Molina" (LZ9)

 La Isla de La Graciosa ya se pudo ver desde el Mirador del Río el otro día. Se llega en un ferry conducido por Mini, como queda claro en la imagen. Hay alguna pensión en el pequeño pueblo del puerto pero en su mayoría la gente va a pasar el día. No se pueden cruzar coches porque es una reserva natural, llena de color: montanias rojas, playas azul turquesa, acantilados negros. 

El pueblo me encanta porque parece un decorado para una peli del oeste: aún las calles están con tierra (más bien arena) y las casas blancas a los lados piden a gritos un saloon y unas plantas rodadoras, esas bolas que corren  por el desierto. Hay dos pequenios supermercados donde encontramos Sidra El Gaitero por 2.45 euros. Esto, por si alguien se lo pregunta, es "una pesquisa". Comenzó hace muchos anios en Argentina: en aquel momento era sobre el precio del alfajor. La palabra la tomamos del brasilenio, donde creo que se inció la primera "pesquisa", pero eso daría para otro divague. 

Como decía, La Graciosa es una isla reserva y para moverte has de alquilar bicis. Si no sabes ir en bici, hay unos jeeps que llevan a los desahuciados del Pedalismo: no es el caso de la Familia Pedalista, obviamente. Pero no cantemos victoria, que hay que ver cómo esta amable aventura termina. Alquilamos las bicis con unos chavales supersalaos, "La Molina Bike". Al principio nos hablaban en inglés, suele ser mi castigo por viajar con el Peda y Mini que parecen gringos por color de pelo, piel y dimensiones. Cuando le aclaramos que somos ejpanioles, Carlos dijo: "pero dónde viven uhtedeh! si ehtán máh blanco que lah cartah!!". Aún me estoy riendo. Eso, y otra cosa aniadió el incauto: "si tienen algún problema con las bicis, tenemos asistencia en carretera, nos llaman al móvil". Vale.

La isla es alargada, y con las bicis has de cruzar la parte estrecha, claro que hay que subir inicialmente un poco y, como ya se sabe... todo lo que sube, baja. Al principio Mini se resiste un poco, se cae un par de veces, se le hace la cuesta muy cuesta. Pero enseguida le coge el truco. El pasisaje es espectacular y no hay nadie. Nos ha salido un día de sol brillante, y el factor 50 va y viene (y como queda claro por la noche, no lo suficiente porque partes de mi espalda son un cangrejo, pero no tan mal como podría gracias a la coleta pantalal total que iba y venía). No vamos a ser "tan blancos como las cartas" mucho tiempo.

No sé si me pasa sola a mí, pero ir en bici me da ganas de cantar. Aqui se puede berrear cuanto quieras porque solo se cruzan de vez en cuando algún jeep con esos que no pedalean... aj, gentuza! (Nota: en Londinium considero gentuza a muchos de los que pedalean, se saben los salvadores de la humanidad). Por fin terminan las cuestecillas y... comenzamos para abajo. WOW. Solo decir que, en un punto, cuando la velocidad ya es enloquecida, una intenta frenar así suaventemte y se da cuenta de que el manillar y la bici en general no están de acuerdo y se amotinan... venga, cerremos los ojos y que sea lo que los dioses quieran. El viento sopla y yo grito y... ah, espera, que tengo una hija, que va aquí atrás, seguira sobre la bici? Cuando llegamos abajo... sí! MIni sigue sobre su bici. Y cara de adrenalina feliz y su frase las recordare siempre: "Podemos hacerlo otra vez". Por el fondo llega el Peda que va de bici-escocba.

 
Toda esta pedaleada (6 kms) es para llegar a la Playa de las Conchas, la mejor playa de toda Lanzarote. No hace falta que explique porqué. "Arena rubia" es como la describió Carlos.


Ah, dentro de esa botella está el divague este, pero evidentemente se ha retrasado unas semanas. Las botellas ya no son lo que eran. 





Paseamos hasta el fondo de la  playa, bandera roja, Mini se cae un par de veces, derribada por una olaza.  Nos tiramos un rato, comemos sandwiches, pero como buenos Pedalistas obedecemos la llamada de las bicis: hay que salir en busca de "Los arcos", unos acantilados de los que nos ha hablado Carlos. 

Aquí comienzan los primeros momentos de auto-duda pedalística. Nos metemos por unos caminos en los que la tierra es en realidad arena y estan surcados por pequenia dunas. Manejar la bici es una pesadilla y más para Mini. Llegamos hasta el mar de nuevo, pero no hay arcos (serán aquello del fondo?) y perdemos mucho rato metiéndonos por caminos enloquecidos, todo dunas. Mini se cabrea, deja la bici en el suelo, se sienta y se cruza de brazos. La logramos persuadir con una bajadita.. pero seguimos sin ver el final.  Mini claudica, lloriquea, no puede más.. así que acabamos llamando a Carlos, Ayuda en carretera.  

Salvador en carretera: nos salva la vida. No tiene sitio más que para nosotras, y el Peda se vuelve en bici (parece que el primer repecho de bajada fue la pera). Nosotras en el jeep. Carlos nos cuenta que la asistencia es para cuando las bicis se rompen, que si le llaman adultos con que no pueden más, no esta incluído, pero claro, con la ninia... No sabemos como agradecerle su amabilidad. Le prometo fotos, twiter, google+ y este divague. Carlos y La Molina: Mil Gracias, sois geniales.


Y a todos... cuando vayáis a La Graciosa, Bicis "La molina", claro que no digáis que venís de "Los Pedalistas" porque... "Pedalistas rescatados pedaleando" más bien parece un oxímoron, o en slang, un motivo más de descojono.







12 abril 2015

Lanzarote es César Manrique (LZ8)

 Había intentado dejar al divagante con la duda sobre por qué el "Mirador del Río" no era un mirador sin más, y para escamotear la información incluso hice un poco de Agatha Christie (eso de guardarse ases en la manga y que los sacara Poirot al final del libro, cuando los reunía a todos en una habitación para explicar el crimen). Yo había astutamente ocultado que el día anterior, además del Mirador, habíamos visitado la última casa de César Manrique en Haría. Así que ahora sí: el Mirador es obra de Manrique, como tantas otras cosas en la isla que tienen en común la integración de la naturaleza con la roca, con la lava, con lo agreste de este lugar que como he dicho por ahí, bien podría ser a ratos la luna. 

El domingo que nos ocupa dejábamos por fin la Caleta de Famara, que tantas alegrías nos había dado a la vista y la cámara. Mientras cargábamos el coche, la de arriba era la imagen que robé a los vecinos de enfrente y que ilustra a la perfección cómo esta isla puede ser El Contraste: de una noche en un resort llego de ingleses y daneses cantando "Veo veo", a unos paisanos que no son de atrezzo. Nuestra primera parada es el mercado de Teguise, donde viene gente de toda la isla y que a nosotros nos parece un rollo monumental. Un par de noches atrás había un "festival del heavy", con bandas en cada esquina, y tal vez fue la luz lo que cambiaba el pueblo, o será que el stand de "Comida de importación inglesa" no estaba abierto?. 

Pero divago: yo quería hoy hablar de dos de las obras de Manrique que visitamos en el día. La primera, El Taro de Tahíche, la Fundación Manrique, que fue un día su primera casa contruída en 1968 (en un punto, decidió trasladarse a la que habíamos vistado el día anterior y que es también impresionante). Esta la diseñó aprovechando el espacio natural de cinco burbujas volcánicas. Está distribuída en dos niveles:  en la parte de arriba hay grandes espacios con exposiciones, y desde los ventanales se ve la luna (en imagen). Abajo están las burbujas que son subterráneas, con el cielo abierto y comunicadas entre sí por pasillos. Qué mejor espacio para crear lo que hoy se llama un "chillout", una especie de salón comendor para sentarte con tus amigos y hablar, beber, tal vez comer?  Una chulada. Lo declaro ya lugar oficial virtual donde los divagantes nos juntamos a divagar (recordemos otro de esos lugares: un Ryad).

Gracias a Manrique "no se construyeron edificos altos en Lanzarote" (insisto en el horror aquel de hotel verde de Arrecife) y se le recuerda como un gran luchador por el medio ambiente. La frase en rojo la fotografié precisamente en la oficina de Saramago.  Y más abajo, unas fotos del "Jardín de cactus" tambien obra suya pero que no puedo comentar porque me duermo.

Nota: Maniana llegan a la isla Fashion y JAL, para empezar la "Quincena de celebraciones rituales", así que no sé cuando (ni en que estado) reapareceré. Pero estaré encontrando divagables, eso seguro!













11 abril 2015

Me encantan los terrados. Y el Mirador del Río (LZ7)

La tarde-noche anterior, tras habernos cruzado la isla desde Tías, donde habíamos saramagueado, llegamos a la Caleta de Famara. Todo el mundo hablaba de esta playa y su pueblo como lo más salvaje y distinto al "mundo resort" que sufrimos (pero Mini disfrutó) las noches anteriores. Y es así: un pequenio pueblo de pescadores con una playa tremenda donde vuelan cometas verde-lima y magenta de kite-surf. Casitas blancas, muy sencillas, formando casi una línea frente al mar, la calle de atrás, y otra hilera o tal vez dos. La playa de Famara tiene una montania a la derecha, y en su ladera hay una urbanización de bungalows blancos, que nuestra amiga No nos recomienda: pero al llegar, recepción está cerrada y no queremos esperar. Allí se rodaron escenas de "Los abrazos rotos" de Almodóvar, una peli que creo he visto pero de la que no me acuerdo de nada. Acabamos durmiendo en el apartamento de Otilia, un contacto secreto. La seniora Otilia regenta el super del pueblo, y además tiene un apartamento agradable.

Lo mejor sin duda del apartamento es el terrado. En un divague comencé a contar mi fascinación por los terrados, las azoteas, en concreto hablé del de Rethimnon en Grecia. Estábamos en un hotel de aquellos de Creta, lo que había sido una casona, y por la noche subí a tender y, guá!... uno de esos momentos que tenéis que leer aquí. Otro de mis terrados fetiche es el de Arequipa, Perú: cuando los Pedalistas hacían su gira latinoamericana pasaron unos días en uno de esos hoteles básicos de los suyos, pero este tenía toda la vista de la ciudad, más un volcán nevado impresionante de fondo. Subía a hacer la colada (había lavadero de piedra y todo), a tender, y no me hubiera movido de allí. Pues bien: el Apartamento Donia Otilia tenía un pequenio terrado y fue maravilloso subir allí, antes de bajar a cenar al restaurante de debajo, a leer los tres un rato. 

Un terrado, como todo el que se precie, con vistas y con ropa tendida. Si además la ropa es blanca, como estas toallas: donia Otilia, que nos has ha puesto de atrezzo, para hacer más feliz a mi objetivo? Perfecto. 

Al día siguiente nos fuimos a ver otras vistas, las más espectaculares de la isla desde un mirador. Es el Mirador del Río. De fondo, entra el mar por los ventanales de un azul furioso y la isla La Graciosa, perfectamente dibujada, y jugando con la luz en su paleta de colores del amarillo al rojo. Quedamos en shock, y, atención, veníamos de Chez Otilia, de vistas estábamos servidos. Pero juzguen: 






Y ahora un pregunta: hay algo que llama la atención? Porque ni a nosotros, extasiados con La Graciosa que unos días después íbamos a visitar se los pasa por alto: qué pasada de edificio. Porque un mirador, bueno, podría haber sido cualquier cosa. Que lo quieren cubrir y hacer un edificio donde poner la cafetería, la tienda, los banios?... de acuerdo, pues el viento es tan salvaje como el azul allí arriba. Pero, me destapo ante el consistorio canario o quien sea por haber diseniado ese espacio maravilloso, tanto que nos quedamos mucho rato tomando algo y leyendo allí. 

Claro que hay algo que no sabíamos en ese momento y descubrimos al día siguiente... y allí empieza a encajar todo.




10 abril 2015

En la casa de Saramago (LZ6)

Una característica de los Pedalistas es la ocasional desorganización. Atención, el quid de la frase es "ocasional", lo que lo hace más desconcertante. Porque si eres de los que siempre pierdes cosas, te dejas el pasaporte cuando vas a volar, y demás, vale. Pero cuando esto ocurre solo de vez en cuando, todo es más emocionante: nunca sabes por donde va a saltar la liebre. El día antes del que nos ocupa la liebre saltó: los Pedalistas se presentaron en la Casa-Museo de José Saramago en Lanzarote sin mirar el horario. Y claro: estaban cerrando. "es que por la tarde la casa está habitada". Un día después de lo previsto, por fin hicimos la visita.

No he divagado más que una vez sobre Saramago, cuando se murió en 2010. Allí puse una crónicade algunos de sus libros (era pre-blog, cuando divagaba en docus de word y se lo mandaba como mucho a los amigos). Pero es uno de los escritores que me ha impactadado, araniado el corazón, emocionado. Y nada en Lanzarote me ha llegado tanto como este paseo por su casa. 
Y es que durante la visita estoy a punto de emocionarme un par de veces: disimula, tonta, que está el guía y esta familia de vascos. La primera vez en su oficina (os imagináis, estar en el cuarto tal como lo dejó donde se escribieron libros que habéis querido?). Hay mil libros, algún disco, cuadros: uno de ellos al frente representa a su abuelo abrazando a un árbol, porque cuando lo sacaron de su pueblo por última vez para llevarlo al hospital, él sabía que no iba a volver, y así se despedía de uno de sus amores, los árboles. Y lo que decía Saramago de él: "el hombre más sabio que he conocido no sabía ni leer ni escribir".


 En algún punto hablan de su carácter "muy tímido y melancólico". Pienso en una de sus novelas, "La caverna", que me transmitió a la perfección aquella melancolía, y me dejaba hecha toda tristeza tras cada sesión de lectura. "Ensayo sobre la ceguera" fue mi primer Saramago, y aquí el impacto fue diferente, brutal. La última, "Ensayo sobre la lucidez".  "Todos los nombres" es mi favorita. 

Su oficina es alargada y tiene una ventana que da al porche. Me encantan los porches, claro que si me hiciera uno sería con ventanales inmensos: como resultado, su oficina es algo oscura. También extrania que la mesa esté de frente a la puerta, con la libería a su espalda, y en el frontal un mueble con fotos de familia y objetos personales. Sobre la mesa, su último ordenador. De fondo suenan fados, que a él no le gustaban "porque eran tristes", pero estos son con letras de sus poemas. En las paredes, cuadros de artistas amigos. Eso es lo que pasa siempre en casas de escritores: envidia increíble porque "aquí está el autor con el poeta tal", "este cuadro es de fulano", "aquella escultura se la regaló mengano". En una entrevista dijo que le gustaban los caballos, y a partir de entonces todo el mundo se puso a regalarle esculturas de caballos. Esta habitación es en esencia la "room of one's own", que decía Virginia Woolf, una habitación propia es lo que se necesita para escribir. En un piso de dos habitaciones... no tengo esa habitación con vistas al mar, y mucha luz, y todos mis libros. Igual algún día. 

Pasamos al salón, en el que tiene una copia del Beato de Liébana que  Saramago tocaba y olía de vez en cuando. Cerámicas, y aún más cuadros... uno de su primera mujer, que era pintora. Un día de Junio de 2010 se levantó normalmente, desayunó, se debió encontrar mal y se acostó para descansar, y así, "sin estridencias" se fue. Tiene una habitación no muy grande con una cama con cubierta azul, y un corazón al pie de la almohada.

Nos cuentan que el telefonillo de abrir la casa nunca funcionó bien, y que cuando llamaba algún lector paraq le firmara algún libro, tenía que salir a la calle a buscarles, y entonces les hacía pasar a la cocina y les daba un café portugués. Así que los de la fundación quieren mantener la tradición y nos ofrecen a nosotros. A mí no me gusta el café y no bebo nunca (aunque me gusta la tarta de moca, quien me entienda que me compre), pero en fin, en casa de Saramago me lo tomo en el porche, al que da también la cocina. Un porche es el lugar perfecto para pasar las tardes, leyendo, escribiendo, hablando. A este le falta, como he dicho, ventanales inmensos que abran la casa, pero es una constante en Lanzarote, me imagino que es adaptación al medio: en Londinium las ventanas son enormes.

Bajamos al jardín, que tiene muchos árboles con sus nombres separados por la tierrilla típica de Lanzarote. En medio hay una silla con una piedra, y allí es donde se sentaba para ver el mar, que está al fondo, separado por mucho campo. Se ve Fuerteventura, y claramente la pirámide que es el Tindaya, aquella montaña que Chillida quiso vaciar para crear un anfiteatro o algo, pero nunca se llevó a cabo. En la parte inferior izquierda hay una barbacoa con su mesa y sillas, y una pequeña piscina cubierta donde nadaba el Nobel todos los días. Lo de cubierta me parece sabio e imprescindible: aún no me he logrado bañar del fresco que hace.

Uno de los árboles, que está ya bastante cascado y parece mantenerse en pie a modo testimonial, es un olmo seco tal vez no hendido por el rayo. Uno de los sobrinos de Saramago, que viven en la casa adyacente, se llama Olmo, y cuando visitó a la familia Bernardo Bertolucci, le dijeron "tú tienes la culpa de que este niño se llame así". Le digo al guía senialando a Mini: "esta niña se iba a llamar Olmo, precisamente por Novecento". El Peda sale de algún punto del jardín "nunca mejor dicho lo de POR CULPA tuya, Bertolucci, este niño se llama Olmo". Le explico al guía que el otro 50% de ADN de la ninia se oponía al plan bertolucciano y quería llamarlo Tasio, también por una peli, la de Armendáriz". 
Cruzamos la calle y pasamos a la otra casa, donde en los últimos años construyeron la biblioteca. Cuenta Pilar del Río, su última mujer, que cada vez que querían un libro, aunque sabían que estaba en el sótano, por estar sin clasificar nunca podían encontrarlo. Así decidieron emprender la biblioteca, donde escribió José sus dos últimas novelas. Qué puedo decir de la biblio: que me hubiera quedado allí todo el día. Buceando por las estanterías, viendo lo que tiene de tal autor, de aquel otro. Están clasificados por  países, pero tiene una clasificación especial para mujeres, idea de Pilar del Río. Me perdí la razón, pero nunca me ha gustado separar los géneros (femenino-masculino) en escritura. Oh, ya nos tenemos que ir?

La sala de juntas da a la tienda, y están proyectando un vídeo sobre su vida. El guía dice que a su mujer el libro suyo que más le gusta es "El año que murió Ricardo Reis", y no lo he leído. Vamos a comprarlo pero no lo tienen, así que acabamos comprando "Levantando el suelo", cuya frase introductoria, de Almeida Garrett, poeta, político, introductor del romanticismo en Portugal, merece ya un divague por sí sola:

 «Y yo pregunto a los economistas políticos, a los moralistas, si han calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la infamia, a la ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir un rico».

 Nos vamos de la casa en estado de éxtasis: nos ha traído tantos recuerdos de ratos mágicos leyéndole.

Como despedida, Mini dibuja en el libro de visitas y yo escribo una frase suya que siempre me ha gustado, y que dio título a mi divague tras su muerte: "Cuando más viejo, más libre, y cuanto más libre, más radical". Gracias Saramago, hoy te he conocido un poco más.