an

30 enero 2011

Los hombres chúpame-la-punta

El otro día vamos con el Peda comprarse un traje. Mientras él se prueba, yo corro tras Mini por toda la tienda, y al volver, me encuentro a un Peda tirando a italiano. La dependienta dice que es un traje "slim fit", y que uno "se ve o no se ve". Ey, señora, nadie llama antiguo a mi novio: yo sí le veo. El Peda, kamikaze y queriendo acabar, dice que whatever.

Lo mejor viene cuando van a comprobar los bajos y traen unos zapatos. Este proceso ya ocurrió hace un año y empiezo a insalivar con las risas que me voy a echar. Porque los zapatos, como se ha adivinado, son de esos puntiagudos, que él llama "chúpame la punta". Insisto en sacar fotos para ilustar este divague y me sugiere que si sólo con ellos. Aguafiestas.


Los tipos que llevan estos zapatos en este país (por ahí abajo han llegado?) responden a un tipo sociológico curioso. El Peda tiene un amigo muy gracioso (no perteneciente a este grupo que intento describir), que, en aras de ser moderno, se compró unos. Al poco tiempo acabó confesando que "se sentía observado en los pies" y "pasaba verguenza". Me encanta: es tan enternecedor siempre todo intento de ser cool o moderno o seductor, sobre todo si es sin éxito (en mi clase de COU había una que "intentaba ser pija y no le salía": era lo más).


En mi trabajo hay un jefecillo que lleva estos zapatos. Me gustaría oír a Aníbal Lecter analizándolo ("con ese bolso caro y esos zapatos baratos", que le decía a la pobre Clarice). En muchas reuniones no hay mesa de por medio, porque nos sentamos en sillones medio bajos donde, cuando una se aburre (reuniones! otro tipo humano son los amantes de las reuniones!) y ya le parece descarado lo de pasarse con la blackberry, se dedica a mirar los zapatos del personal. Yo creo que este hombre se tiene que sentir observado por esta aprendiza de Lecter, porque sus zapatos me fascinan de esa manera que una se queda colgada de un relámpago, un alud, una ola-tsunami o la caída masiva de un trozo de glaciar: un fenómeno con efecto wow que está lo suficientemente lejano para que no te toque. Y cuando estoy deslizándome en la cresta de la ola aquella, él hace un movimiento de pies y nos llama la atención sobre el siguiente punto de la agenda. Volver a la reunión es algo momentáneo porque enseguida un flasback del cuadro que tiene colgado en su oficina (que los ingleses -y yo- consideramos detalle cutre no-profesional): él en su segunda boda con la novia en un vestido de esos que dejan poco a la imaginación y mirándose a los ojos. Y, aquí viene lo peor: el tercer dato para completar su leyenda es que a veces lleva camisas de florecitas.


Tampoco he visto el fenomeno en la península, estoy muy descolgada, divagantes me pongan en mi sitio. Pero es que aquí, hasta Paul Smith hace esas camisas estridentes que las lleva un tipo de hombre tirando a cocky (gallito) junto con los zapatos chúpame la punta. Y los más tambien se afeitan con muchííísimo cuidado. Y cuando digo muchííísimo hablo de labrar hilos en los maseteros de uno, con sus consabidas horas y horas ante el espejo con la gilette...


Somos injustas con estos hombres: meten sus horas. Tras la barba han de afilarse los zapatos para ser el hazmerrir de la población femenina con dos dedos de frente. Tal vez por eso no llaman: they are trying too hard. Y eso, como es sabido, es precisamente el mensaje que uno nunca debe hacer llegar.

29 enero 2011

El arte de la compra venta III: La transacción

Hubo un tiempo en que las transacciones en cuanto a la compraventa de ganado se hacían en los mercados que a lo largo del año y de la geografía se celebraban en este país. Uno podía ir a Santander o a Talavera de la Reina a comprar terneros y volver a casa con un camión cargado. Era un tiempo en el que los animales no iban marcados, había que tener mucho ojo, mucha mano izquierda y ser más listo que el hambre. Si no entendías te la daban con queso. Los pagos se hacían en duros y al contado y un apretón de manos o una palabra dada valían más que cien contratos. Cuentan que mi padre si veía un lote de terneros que le gustaba iba al dueño y le ofrecía una cantidad más elevada de la cuenta. El dueño por supuesto se hacía el remolón, jugaba su papel, aunque sabía que era un muy buen precio. Mi padre entonces decía que iba a dar la vuelta por el mercado y que luego volvería. Por supuesto que, en ese rato,  no había nadie que diera por esos terneros lo que había ofrecido mi padre, así que el dueño iba diciendo que no a las ofertas que le hacían otros compradores. A punto de finalizar el mercado, mi padre volvía y al ver que el tío no había vendido los animales, le ofrecía menos que los otros compradores. Si el buen señor no quería volver a casa con los animales, se los vendía a mi padre. Cada uno tenía sus trucos.



Hoy en día la cosa se ha simplificado mucho.  Así este año he hecho alguna transacción con mi broker:

- Niño, mándame unos terneros,
- ¿Cuántos necesitas?
- 50 más o menos, pero que no sean calendarios (flacos)
- Que no, que serán buenos...
-¿Y precio?
- Cuando los vea te lo diré.

Por lo general son terneros comprados en la montaña a distintas casas, de distinto tamaño, distinto precio y diferente calidad y por supuesto diferente resultado.


También he comprado un toro, bueno ahora es sólo un novillo, pero apunta maneras. Es un limousine sin carta (sin pedigree) con muy buenas formas, patas finas y es francés. No tuve que ir a ningún mercado, ni preseleccionarlo. Simplemente le dije a mi Consultor:

- Dile a tu broker, que me busque un novillo francés para cubrir a las vacas (también se dice para monta).

Así que un día me dijo:

- Mañana te envían el toro.

- ¿Cuánto costara? - dije yo.

- Aún no lo sé, ya me lo dirán.

Así llegó Manolillo, que es como Tito lo bautizó, a pesar de que yo le sugerí François... De esto hace más de un mes. Todavía no lo he pagado.



Mi última transacción han sido 20 novillas para madres (Manolillo se pondrá las botas). La cosa fue de la siguiente manera. Mi vecino tiene vacas y toros (con carta), así que le dije:

- Jose, de las terneras que te nazcan este año guárdame unas para mí, para madres.

No tuve que darle ni el 50% por anticipado, ni me pasó un presupuesto, ni nos dimos la mano. Era un "pacto entre caballeros" y la sola palabra bastaba.

- Ya vendrás tu a triarlas - me dijo.

Que horror pensé, si no tengo ni pajolera idea.... cómo las voy a triar... a lo mejor me llevo el macho y el descojono es general. Será mejor que el día en cuestión vaya con mi Consultor y con Tito a elegir los animales.

El día de autos  vamos todos a la explotación ganadera de Jose.

- Diva, te he apartado ese lote para tí, a ver que te parecen  - me dice Jose.

El muy cabrón ha puesto al lado de las que me señala un lote más joven y por tanto más pequeñas por lo que las que él me ha elegido se ven mejores.

- Bah! - digo yo - Tampoco son tan buenas. Hay alguna floja.

- Que si no las quieres, me las quedo ¿eh?. Que yas sabes que las tengo vendidas - me aprieta. Va a ser duro de roer.

- ¿Qué te parecen Tito?

- Yo ya las había visto. A mi me gustan.

Que le gusten a él es fundamental, porque las tiene que cuidar. Otra cosa es que diciéndolo no me ayuda en la futura negociación del precio. Intento echar mano de mis Consultor.

- ¿Cómo las ves?

- Hay una que no tiene buena cara, cámbiamela por esa otra- le dice al comprador. Me quedo a la espera de que encuentre algún otro defecto que rebaje el precio y le oigo concluír:

- La verdad es que es un lote majo.

Pe...pero... ¿dnde ha quedado la picardía, el ser espabilado, la mano izquierda? ´¿Qué fue del regateo? ¿Cómo hemos podido perder tanto? ¿A quién se le ocurre alabar una compra? Claro como la que voy a pagar soy yo...

Joder, vaya mierda de ayudantes me he buscado, así no conseguiré ni un duro de rebaja - pienso. Así que despliego mi artillería:

- ¿Cuánto pides por ellas? - Le pregunto al dueño.

- Tantos miles de pesetas.

- Será iva incluído.

- Sí hombre... no me jodas me dice.

- Yo te daría tantos menos - Siempre hay que hacer una oferta de la que una se avergüence.

- Bah, hombre bah... si ya te han dicho que es un lote majo.

- Pues baratas no son - le espeto. Me las has de rebajar. A ver si va a ser esta la primera vez que compro algo sin que me lo rebajen un poquito- miento.

- Que no, que no... que te doy buen precio.

- Habérmelas vendido en diciembre  tal y como quedamos y te pagaba eso. En enero esta todo de rebajas. A ver si con las crisis voy a comprarlas caras. Sácame algo...

- Te ahorrarás el porte que te las llevo yo, están adaptadas a la zona y son de toro con carta. Son baratas Diva

- Joder! - suelto algun taco. Ya pueden ser baratas no les has dado nada más alfalfa y están muy flacas... En cuanto a la adaptación y como yo no tengo alfalfa, me podrías mandar con el camión un remolque de alfalfa, para que el cambio en alimentación no sea tan brusco y tal... - intento sacar lo que sea.

- Cagondios!!! no se puede tratar con mujeres.

A pesar de intentarlo no conseguí que me rebajara ni un duro. Eso sí al Consultor se le han acabado los almuerzos..





28 enero 2011

10 pistas para identificar a una feminista, aunque vaya disfrazada

Tras el divague del miércoles, hubo algunos puntos que noté particularmente confusos en algunos divagantes. De ahí que el objetivo de hoy sea aclarar cual es la última evidencia en cuanto al concepto "feminista" (inclúyase aquí "feminista radical"). He aquí unos puntos clave:

1. Las feministas no llevamos joyas

A tenor de la cita célebre esgrimida por el incansable ESPAI: "Hasta que no desaparezcan las joyerías habría que mantener un poco en cuestión todo eso del feminismo". Iñaki Uriarte (Diarios 1999-2003)

Todas las feministas renegamos de cualquier tipo de ornamento cuyo objeto sea atraer (sexualmente) al género masculino y (envidiosamente) al femenino. Particular desdén sobre las perlitas.

2. A las feministas no nos abandona el desodorante
Lo ornamental se extiende a perfume, desodorante, cremas varias. Por quién nos habéis tomado, por florecitas esperando al abejorro?

3. Las feministas somos feas
Es evidente. Una se hace feminista no porque quiera luchar por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, sino porque no tiene un pase.

4. A las feministas no nos gusta el sexo
Viene a ser como la zorra y las uvas. Como nadie te dice ahí te pudras, pues mejor resignarte a comer chocolate, conocido afrodisíaco, frente a la tele. Mientras tanto, las rubias (que son las que tienen toda la diversión según Marilyn) que se tiran hasta las piedras son calificadas por el resto de la sociedad como, oh casualidad, "zorras". You can't win.

5. Las feministas somos todas gordas
Como se deduce del punto 4, tanto chocolate sin ejercicio tiene nefastas consecuencias.

6. Las feministas llevamos jerseys grandes, tipo los 80s
Siguiendo con el punto 5, es que no es cuestión de ir marcando molla. También se aplica si hay alguna flaca, porque entonces entra en vigor el punto 1. Entallado: lejos de mí! (ajos, cruz)

7. Las feministas no nos depilamos
No me vengan con lo de "la higiene" que se me escapa una hostia hacia todas esas axilas masculinas tan higiénicas. Y a propósito de esto...

8. Las feministas estamos cabreadas
Esto es falso, ENTIENDESSSSSSS? FALSO!!!! (por qué vamos a estarlo? cuales serían los hipotéticos motivos?).

9. Las feministas la montamos si un tío nos abre una puerta
Bueno, de entrada esto ya es, ABABOL, un hecho improbable, te refiero a los puntos 1 al 8. Pero en el hipotético caso de que un tipo OSE a abrirnos una puerta, te refiero al punto 8 y montamos un comité de urgencia en nuestro tiempo libre porque no tenemos nada mejor en que emplearlo que en estos asuntos de vital importancia para igualar, por ejemplo, derechos laborales.

10. Las feministas quemamos sujetadores
Cada año, en nuestro aquelarre feminista local, las que están un poco mejor dotadas y han sucumbido al embrujo de La Senza o Calvin Klein han de ofrecer el objeto opresor al hermano fuego para obtener la clemencia del grupo. Si a alguna "se le ha ido la mano" y va de raso, puntillas o similar, la quemamos a ella.




Una mujer liberada es la que tiene sexo antes del matrimonio y un trabajo después"–Gloria Steinem

27 enero 2011

El arte de la compraventa II: Los contactos

Nos quedamos en que Diva, a pesar de su escaso know-how iba capeando lo que se le ponía por delante. Muchas veces sin diferenciar, pero capeando.

Terminamos haciendo hincapié en la utilidad de los contactos. Algunos lectores confundían contactos con enchufes. Pero no va por ahí la cosa. Diva habla de contactos refiriéndose a aquellas personas que le aportan algo de luz en su labor de Diva-quera que tan acertadamente apuntaba mi encontrado NáN.  

Pues bien, la Diva-quera posee también algún contacto que le ha sido de gran utilidad:

Broker - Mi broker es de un pueblo remoto de la montaña. De la vieja escuela. Siempre, me compra terneros "buenismos", majos y baratos. Me dice que no son "jesuitas" es decir, flacos y que ya veré como me van a ir bien. Le tengo cariño por la amistad que tenía con mi padre, pero cada vez que le compro me mete en un lío de facturas, de nombres o de cantidades. Hasta la fecha su suministro me ha dado más pena que gloria.

Consultor - También me recuerda a mi padre Se parece a él en la forma de ser, en los gestos, en las palabras. Le pago en almuerzos. Pocos, la verdad. Por eso no le puedo exigir mucho. El mismo me dice que para lo que le pago aún hace demasiado. Me fío de él. Yo creo que me tiene mucho cariño, pero no es capaz de demostrarlo. Va de duro.

Tito - Es un self made man. Es listo, sabe mucho y es asalariado mío. Aunque a veces no está claro quien trabaja para quien. Lo que sí está claro es quien lleva el mando: ÉL. Se quiere jubilar, pero como ha votado a ZP no puede hacerlo hasta los 67. Enriquece el vocabulario de mis pollitos pues sabe jurar en todos los idiomas y a mis pollitos les encanta oírlo.

Grandes Corporaciones - Ganaderos que a mi lado son como el Banco Santander al lado de la Caja Rural. Tienen miles de cabezas de ganado y me van chivateando cosas. Mis problemas le parecen nada porque ellos los han tenido mil veces y saben como solucionarlos. Lo que daría yo por saber lo que saben ellos. Les enviaré mi CV para ver si me cogen en prácticas este verano.

Competencia - La competencia vive en casa. Son mis vecinos. Grandes amigos de Tito y de entrada buena gente. Conocen las entrañas de mi granja mejor que yo. Mejor llevarse bien con ellos. En alguna ocasión me han ayudado mucho. 

Organismos oficiales - Con la Iglesia hemos topado. Cuerpo de funcionarios, veterinarios. Conozco a gente que le han amagado la existencia. Hay algún ganadero que los esperaba en su granja con escopeta. Por lo general se han portado bien conmigo y si he tenido un problema han intentado ayudarme. eso sí, hay uqe ser sincero e ir siempre de cara

Conductores - Los chóferes de los camiones. Estos son los que tienen toda la información. Sabe lo que hace cada uno, lo que ocurre aquí, allá, a quién compra fulanito, a quién vende el otro... Es un recurso que tengo poco explotado y al que le tengo que dedicar más tiempo

Llega el momento real, la TRANSACCIÓN. No todos intervienen en ella pero el papel de los actores principales no tiene precio.

26 enero 2011

Petardas del mundo, con acritud

Aunque nadie se lo crea, yo llevo ya un tiempo inspirando fuerte y haciendo toda suerte de técnicas de diversión mentales para no divagar sobre El Tema, pero sinceramente, la realidad no deja de asaltarme con noticias de este pelo:

  • El otro día, en lo que creían micrófono cerrado, dos por lo visto conocidos comentaristas deportivos británicos, hacen comentarios despectivos sobre la jueza de línea (sí, jueza) tipo “las mujeres no saben lo que es el fuera de juego”. A ver, yo, ni repajolera, pero no por mujer, sino por persona a la que ver a 22 tíos en pantalones cortos tras un balón en principio no le inspira nada bueno. Pero digo yo que la que se ponga a eso seriamente (perdonen la cursiva), lo sabrá.

  • Otros días mas allá, un estudio en España afirma que las mujeres empresarias están divorciadas/separadas en un 70%, y que los hombres llevan muy mal eso de tener un sueldo inferior que su mujer. A ver, un momento, sigo leyendo: los hombres, y sus mujeres, lo intentan ocultar en las cenas con amigos.

  • Y para poner la guinda, dos encuestas recientes hechas por el Centre for Policy Studies (dicen que escora hacia la derecha) y Yougov, concluyen que las mujeres, tras años de campañas por la igualdad, lo que quieren es "encontrar a un hombre rico que las retire a cuidar de sus bebés".

Esto es la vida en los periódicos, la vida que no puede reflejar la realidad: esa gente que contesta encuestas de organismos no fiables, las estrellas de rock que se divorcian y tienen que pagar millones a las que podrían ser sus hijas por un par de años de matrimonio. Eso no es mi vida, el día a día.


Pero la vida real, MI vida, se inmiscuye en mi estado de negación. Denial, le llaman en inglés, mucho más bonito. Y todos los casos tienen que ver de una manera u otra con la economía (acaso no lo es todo, tío Karl?):



  • Tengo un flashback de una antigua amiga me decía cosas como que le gustaba que "la sacaran a cenar" y que "abrieran una botella de 300 euros" para ella. Es un flashbacks muy incómodo, porque la consideraba una chica inteligente, una highflier de aquellas que entran a competir con cualquier tío en su misma arena. En mi imagen intrusiva de esa conversación yo intento dar mis razones por las que de entrada el verbo "sacar" no es que me parezca sospechoso, sino culpable. Pero no llegamos a ningún sitio.

  • Una del trabajo me cuenta de su última cita con Menganito, que todo muy bien "y además pagó". Me lo dice, parece, como un punto más a su favor, cree que el chico va en serio. No entiendo nada: en mi vida he dejado pagar a un tío en ese plan (por supuesto sí cuando paga uno y luego el otro, ese tipo de historia, pero no en el rol señorita desvalida).

  • Los amigos-chicos que me quedan solteros me cuentan de sus citas ("dates"), en las que sacan la visa desde la primera bebida, hasta el hotel (si es que están de suerte), pasando por el restaurante. Mis amigos-chicos me cuentan que ninguna de las chicas hacen el más mínimo gesto (ni aún siquiera para disimular) de sacar la cartera. Mis amigos-chicos me dicen que estoy totalmente fuera de la circulación, que no estoy en contacto con el mundo, que este es el mundo ahí afuera.

El otro día caminando (qué gran lugar para pensar) me puse de repente triste. Empecé a desovillar y llegué a un pensamiento que me vino tras tal vez ver una tienda abierta 24 horas con su minoría étnica tras el mostrador con la mirada perdida, o al leer una nueva noticia de la cuesta abajo y sin frenos de nuestra Seguridad Social (NHS) o al escuchar una historia más de despidos de personal público en el Reino Unido (cuyo PIB, por cierto, ha bajado 0.5% el último cuarto trimestre de 2010, go for it Tories!) o al recordar el último cierre de servicios, o... el denominador común de mi tristeza era pensar en un grupo de gente, nuestros abuelos, luchando por unos derechos que ahora nosotros, irreflexiva y estúpidamente nos estamos cargando.


Me pasa lo mismo con esas mujeres: las que quieren un marido que las retire de todo, para quedarse en casa a hacer cupcakes y petardear con otras pertardas como ellas en los Starbucks. Me da pena y me da rabia, porque gracias a aquellos abuelos y abuelas yo estoy aquí.


Y gracias a esas petardas igual mi hija va a tener una vida más dificil que la que he tenido yo. Con acritud.

25 enero 2011

El arte de la compraventa I: El conocimiento

Diva, que es una iniciada en este increíble arte, haciendo caso omiso a los consejos de Gonzalo acerca de la rentabilidad de la operación, ha realizado a lo largo del 2010 varias incursiones en la compraventa de ganado.

La pobrecilla tiene en su contra que no tiene ni idea de cómo se realizan tamaños contratos y tampoco goza de la objetividad ni del conocimiento suficiente para saber si un animal vale esto o aquello o si es bueno o malo. Por no hablar de los precios. Los que están inmersos en el día a día, saben que fulanito compró en Francia unos limousines a tanto y que menganito ha vendido unos pintos a Italia a cuanto…  Diva, ocupada en otras múltiples tareas, permanece ajena a las cotizaciones del mercado, así que tiene una información sesgada e incompleta. Aunque a veces no tiene ni eso la pobre.

Sin embargo, Diva tiene algo a su favor. Es una impostora y los demás lo ignoran y eso juega de su lado. Diva pues imposta, saca su capote y sorteando las embestidas, torea en las plazas que le tocan (aunque a veces toree de costadillo). Para ello utiliza con precisión diversas técnicas que ha desarrollado entre los expertos: pescar en una conversación de expertos una frase adecuada y soltarla en el momento exacto en otro contexto, unirse a alguna aseveración de otro experto y comentarla como si fuera propia, asentir con cara de sabiduria un comentario de otro experto, sacar una verdad con una mentira… Estas incursiones le recuerdan a Diva su etapa de estudiante en la que después de hacer chuletas uno se había aprendido la lección. Aquí ocurre lo mismo y poco a poco la impostora va ganando conocimiento del producto y del mercado a base de impostar.  Palabras que antes le resultaban propias del Señor de los Anillos, se han incorporado a su vocabulario. Así la cobloguera habla ya con soltura de lengua azul, de lo que transforma un animal, si es chónega o no una vaca, si es mohina, bragueros y otras lindezas...

Diva sabe que no basta con el conocimiento. Como en todo, en el arte de la compraventa también hay que tener CONTACTOS.

24 enero 2011

La imaginación supera a la ficción (a propósito de "The Road" de McCarthy)

A mediados de diciembre terminé la novela apocalíptica de Cormac McCarthy "The Road" ("La carretera"). Un padre y su hijo pequeño caminan sobre un planeta tierra arrasado por una catástrofe, y en su camino encuentran imágenes atroces, situaciones límite y tal vez a ellos mismos. Y lo de las imágenes atroces no es mío: ya en al contraportada avisan que "algunas de las imágenes de esta novela estarán contigo para siempre". No podría yo haberlo descrito mejor.


Tras terminar el libro, vi la película de John Hillcoat y, aunque esto ya lo sabía, me dio la oportunidad de pensarlo de nuevo: mi mente había construído un paisaje mucho más helado, unas ropas mucho más fantasmagóricas, unas casas increíblemente más de pesadilla. Todo era más sobrecogedor en mis lecturas que en la pantalla, precisamente por lo que tiene de menos definido, de nebuloso, de tuyo.



La peli, igual que el libro, refleja ese mundo de la ciencia ficción del pasado, pero con ambos sufrí un proceso nuevo: ya nada me parecía tan ciencia ficción. Era una sensación llena de ansiedad, pensar que en los últims 15-20 años las cosas han cambiado de tal manera que imaginar la faz de la tierra quemada no es potencialmente sólo fantasía. Llámese calentamiento global, guerra, o se-nos-ha-ido-de-las-manos. Todo, al leer a McCarthy, te parece factible. Y asusta.



Inevitable, entonces, comparar un buen libro con una buena película. Probablemente su objetivo único el olvidar siquiera imaginarte en una situación en la que el acto de mayor generosidad sea gastar la única bala que te queda en la pistola con tu hijo en lugar de contigo mismo, cuando las cosas se pongan muy feas. Así que me planteo juegos mentales inocuos tipo "prefieres el cine o la literatura". Pienso un rato en esto y me resulta casi imposible de contestar: "Casablanca" o "Pasaje a la India", "Brokeback Mountain" o "The bell jar", "Crouching tiger Hidden dragon" o "Retorno a Brideshead". Qué dificil, comparemos entonces algo fácil: el cine y el teatro. Para mí el último sale perdiendo. No es que no me guste el teatro, pero es que para un amante de la fotografía las películas ofrecen una infinidad de fotos una tras otra, millones de distintos puntos de mira, innumerables enfoques. El teatro tiene por supuesto el punto de mira del director, el montaje del tramoyista pero nunca es lo mismo. La tele no mató a la radio, pero para mí, noche tras noche, el cine le gana la partida al teatro.


Tras estas pequeñas distracciones, me atrevo a volver a McCarthy, y pienso que ante todo "The road" es una novela que habla de relaciones, la íntima y enamorada del padre y su hijo. No hay un te quiero en toda la novela, pero el amor, especialmente del padre, hacia ese niño que no ha conocido otra cosa, es redimidor y salvaje, y muy verdad. En el libro, en la peli, y supongo que si hicieran una versión teatral.

22 enero 2011

Esta noche.... las calles son NUESTRAS!

El domingo pasado al salir de la Tate Britain, arte que unos cuantos han dicho que es con mayúsculas y los demás hemos asentido, al lado de la parada del 88-bus tótem del Peda- nos encontramos con esta expresión artística. La estaban montando dos jovenzanos orientales a los que interrogué. Eran estudiantes de arte de un centro cercano y era un muestra de arte urbano, aseguraron. La chica me contó que la idea surgió tras ver cómo la gente deja los vasos de pinta al salir de los pubs encima de estas misterios cajas con llave.

Por supuesto, me recordó a Banksy y el subdivague que se montó hace cosa de un mes. Desde entonces me he leído su libro (Wall and Piece, 2006) y visto su peli "Exit though the gift shop". Ambos me han gustado: la peli, aunque realmente cuenta muy poco del grafitero y el francés me puso mala al poco rato, por la crítica feroz que supone del mundo del arte moderno, lleno de bombo, platillo y elitismo. El libro, porque está lleno de imágenes que te hacen reir y que te hacen pensar. En el prólogo comenta que una pared en la calle, donde no hay que pagar entrada, es el mejor sitio donde exponer el trabajo que hace, y critica al establishment por censurar esto y a la vez llenar las calles de vallas publicitarias cuyo objeto es "hacernos sentir mal si no se compra lo que anuncian".

La canción de la peli es "Tonight the streets are ours" de Richard Hawley y me encanta. La música me traslada a la sensación aquella que se tiene justo antes de poner tus pies en la calle una noche de fiesta:* la noche es nuestra, me voy a comer el mundo.







*Nota: Estoy calentando motores porque sólo falta una semana para que la noche de Londinium sea mía. O yo suya. Duelo de titanes: quién se comerá a quién?

21 enero 2011

Hoy como ayer

Europa no habla griego, que habla gringo

Creyendo que está hablando el europeo:

Babélico balido y balbuceo

Que se americaniza de vikingo.


Nunca soñó un imperio Carolingo

Tan incontinental cocacoleo.

Ni encontró un Bonaparte a su deseo

Tal respuesta, responso, ni respiro.


Respuesta que es apuesta y desatina.

Responso a la difunta Gran Bretaña.

Respingo que lo da quien más se empina.


Y mientras se la ignora o se la extraña

A una Europa, que, al serlo, fue latina,

Ya no se habla en cristiano ni en España.




©José Bergamín


De: Rimas y sonetos rezagados.

20 enero 2011

Los globos de oro: humor inglés?

Menudo mogollón se ha montado con los Globos de Oro. Abro un conocido periódico de tirada nacional peninsular y, ala!, la noticia más leída es el escándalo que ha montado Ricky Gervais, el humorista británico, con su monólogo repartiendo a diestro y siniestro. Dice cosas tipo "ha habido mucho cine 3D este año, todo parecía 3D menos los protagonistas de "El turista"" (y ahí están Depp y Anjelina, protas de una peli que no he visto ni pienso ver, no sé con qué cara cara de póker porque no los enfocan). Y dice otras cuantas cositas más que parece que han retado al sentido del humor de unos cuantos.


En una etiqueta de comida: "Precaución: puede contener nueces, leche o huevo... patéticos jodidos alérgicos!"

En el diario de marras hablan de "corrorivo humor británico" y citan a unos cuantos humoritas que dicen se pasan varios pueblos con sus bromas: ni los minúsvalidos quedan libres. Yo no puedo hablar mucho de ellos porque no tengo tele y lo único que he visto ha sido el "Mock the week" en el BBC iplayer. No sé si lo dan aún, pero con algunos de los humoristas me tiraba al suelo. Uno de los más polémicos pero a la vez más gracioso era Frankie Boyle. Sus chistes son de aquellos en los que la gente se ríe mirando de reojo: saben que esta mal reírse de tamaña crueldad.

En una tarjeta: "Siento que suspendieras tu carnet de conducir. Nos vemos en el funeral del viandante"

Se puede uno reír de todo? Tras años de cuidadosa consideración, sigo sin respuesta. Lo suyo es decir que sí, que hay que reírse de todo, empezando por una misma. Pero acaso me hizo maldita la gracia cuando el bufón Berlusconi bromeó con los que sufrieron un terremoto con "es como un día de camping"? (creo que a "los campistas" tampoco). Acaso me río cuando me cuentan el chiste de altura "doy mas libertad a una mujer haciéndole más amplia su cocina? Muy bueno. O cualquiera de esos chistes racistas que circulaban entre adolescentes hormonales con granos? Podría ponerme sesuda y decir que es porque nunca he escuchado uno que sea medianamente inteligente, aunque permanezco con la mente abierta, seguro que los hay. El problema no son los chistes crueles, el problema es que sean bobos.

En una etiqueta de medicación: "Si te han recetado esto, probablemente ya es demasiado tarde".

En el Reino Unido, como he dicho, lo primero y más importante es que uno tiene que saber reírse de sí mismo. Esto es algo que los ingleses hacen a la perfeccción. Nada mas llegar al país te das cuenta que si es algo que hacías antes estás de suerte y tienes un tramito ganado. Si has de aprender las múltiples reglas de la autoflagelacion desde cero pero le pillas el tranquillo puede ser un proceso apasionante. Pero si te resistes, estás perdido. Hay vuelos de vuelta llenos de estos últimos, muy cabreados.

Campaña publicitaria: "Condones con relieve dentro y fuera: ?Por qué han de tener ellas toda la diversión?"




El humor en UK está mucho más presente en la vida diaria que en España. Aquí se hace una broma cuando se presenta un artículo de investigación, las hace el anestesista antes de meterte el pelotazo en vena, la hace el padrino en la boda, o tu jefe exponiendo todos tus bochornos el día que te vas. Mi humor inglés favorito, muy civilizado, es el de la cadena de radio BB4. Hay programas de actualidad con tono humorístico como "The now show" o uno que lleva en antena dos mil años llamado "Just a minute". Este último es genial: los participantes han de hablar durante un minuto sin "hesitation, repetition or deviation" de un tema en tono humorístico, con mucho ingenio. El humor en castellano más similar al británico que he conocido han sido "Les Luthiers", de los que fui gran fan hace años, pero a los que ahora he perdido la pista. Algún youtube reciente me resonaba como deja-vú del pasado.

En el hotel: "Soy Peter, el recepcionista. Estoy disponible durante la noche para servicio de habitaciones, mantenimiento y unirme en cualquier tipo de actividad sexual".


En conclusión, lo único que me atrevo a decir bien alto es que creo que el humor inglés nos da mil vueltas y que es, sin duda, la principal razón por la que amo este país (y mira que hay, desde el té con scones y clotted cream hasta el tiempo). Pero sigo confusa sobre los límites del humor: podemos reírnos del dolor de alguien en sus narices?
Y por último me planteo que el humor es un mecanismo de defensa como pocos para sobrellevar temas terribles como la enfermedad y la muerte, pero, a qué conduce? Ha cambiado el humor alguna vez el mundo?
Mentiras de la vida diaria: "Calcetines! Justo lo que quería!"

19 enero 2011

LAGQ

Una buena interpretación del tan manido Canon de Pachelbel by Los Angeles Guitar Quartet.




18 enero 2011

Tengo un iphone

Sí, sí, es cierto. Diva ha hecho aterrizaje en el siglo XXI. Después de mi incursión en tierras yanquis donde mi nokia no funcionaba (y lo tranquila que estuve), me he agenciado un iphone 4G. Lo de la G no sé si es verdad, pero lo del 4 sí que lo es.

Lo primero que hacemos los recién aterrizados al mundo "i" es cuidar el material que acabamos de comprar pues vale una pasta, así que mi lado hortera se ha agenciado una fundica pal parato que pa qué... No sé como funciona, pero tiene una funda....

El teléfono en cuestión da mucho de sí, tanto que no creo que llegue a sacarle partido nunca. La caja es mínima y no existen instrucciones salvo una guía rápida. De entrada no nos hemos entendido muy bien la verdad. Dado que es un smartphone, lo primero que ha hecho el recién llegado ha sido poner de manifiesto lo torpe que soy yo con la tecnología: que si te has de dar de alta en itunes, que si no tienes cuenta, que si no está activada la transferencia de datos, que si no te puede leer tu antigua tarjeta de contactos...

Peroooo, estoooo ¿qué es lo que es?. Vaya mierda el iphone. Por no llevar no lleva ni ranura para colgarle una cuerdica y sujetarlo a la muñeca. Esa cuerdica ha salvado a mi antiguo nokia de caer al vacío en muchas ocasiones.

Mi nuevo gadget me ha afrentado, me ha hecho sentir mayor, pasada de moda y con ganas de ir a una tienda y como ha visto hacer a mis mayores decirle a una chavalita: "Anda guapa, tu que sabes de ordenadores arréglame esto". Pero no, soy vieja pero tengo mi orgullo y... o nos entendemos o lo venderé en ebay.

Así que por ahora tengo un iphone vacío, sin contactos, sin internet, sin correo, sin música, sin apps...

Sólo espero que mañana me despierte a las 7:00.

A pesar de sus 16 GB, en él jamás cabrá el innombrable. Nope. Por si acaso.

Eso sí, donde esté un buen ijam, que se quite todo lo demás.

17 enero 2011

Sanfermines: proyección

Corre 1992, el año tras el cual se iba a acabar el mundo. Intentar contar con una narrativa medianamente coherente (no que la mía lo suela ser, de todas formas) la primera quincena de julio de aquel año se me antoja Mission: Impossible. Esos días están almacenados en mi memoria con tintes de proyección de diapositivas (desde el cole cuando la monja pasaba las “filminas” de arte me ha fascinado el ruido, el misterio de la oscuridad, su parecido remoto con la sala de cine). Así de confusos son mis recuerdos de aquellos sanfermines: comienza la proyección.

El teléfono salta en la mesilla
Una chica hacia el ecuador de su carrera tirada en el sofá, leyendo, es interrumpida por una llamada de teléfono. Es su hermanita pequeña, en casa de sus tíos, llamando desde Vetusta Sub Y, tienes que venir. Al colgar, esta chica, llamémosla Di, aunque aún no lo era, marca el número de su amiga, la que estudia farmacia en aquella Vetusta menor (ciudad donde se celebra la fiesta que los ingleses llaman "donde dejan correr los toros por la calle") para decirle que va para allá.

Cartones por los suelos
Al llegar, una fiesta en el piso de mi amiga, con la que nos llamamos mutua y cariñosamente "Gorda", llena de futur@s farmaceútic@s. La habitación del hermano (también el mismo negocio, ya se sabe que esta profesión es endogámica) tiene una cinta de esas de "POLICIA NO PASAR" en la puerta. El suelo está cubierto de cartones enormes, que trepan unos centímetros por la pared. En aquel momento me parece extraño. Años después, en el Carnaval de Notting Hill entiendo su finalidad. Vagos recuerdos de ese grupo, salvo que me presentan a "Boticario Nadador". Un tipo de 1.90 con la pata de gallo ("haz el amor y no la guerra") al cuello. La suya es dorada y la mía plateada, colgada de una cuerda negra. Boticario Nadador, casi 20 años después, ha resultado ser todo menos hippie, pero yo que soy muy educada jamás osaré recordárselo. Todos tenemos nuestro pasado oscuro.

Plaza de María de la O
Siguiente noche, esta vez por las calles. En concreto, en la plaza de María de la O, donde mi amiga ve a Boticario Nadador, que bebe con su "cuadrilla", la del colegio. Boticario le presenta a mi amiga a sus colegas más próximos: "estos con X, Z y el Gordo". Mi amiga, la Gorda, me busca entre el gentío: "Gordaaaa, que aquí hay un gordo". Vadeo entre la chusma y al llegar, nos presentan: "Mira, Gordo, la Gorda" (dioses, qué parida esto ahora bien mirado, más de 20 años después). Y el Gordo dice: "Gorda, eres la mujer de mi vida".

"Di, ven, deben ser tus amigos, preguntan por la Gorda"
Antes de nada: cómo hemos llegado hasta aquí. Mi amiga (la maldita gorda) regresa a La Gran Vetusta tras la noche de la Plaza de la O. Boticario Nadador, Gordo, et al piensan que los sanfermines son un must y que ellos me van a hacer de cicerones. Cada uno memoriza un número del teléfono de mis tíos. No hay móviles, hablamos del Pleistoceno: en aquella época para quedar había que tener voluntad. Las noches siendo noches, los gatos siendo pardos, nadie pregunta por nombres ni señas de identidad, al día siguiente todos podemos ser calabazas. Boticario Nadador es el encargado de llamar y preguntar por "La Gorda".

Cómeme
Se inician mis noches con este grupo extraño, y mis camisetas sanfermineras en la colada. Mi tía me da una de propaganda de carnicerías con el reclamo "Cómeme" en el frontal, y "No hay nada como los sanfermines" (cómo lo suscribo) en la espalda. Aún la guardo: no puedo contar las satisfacciones que me ha dado. Aparezco con ella y mis 21 años, toda candor, a mi cita con este grupo de solo-tíos. Muchos años de antropología navarrensis para entender lo que entonces parecía un cojunto tirando a freaky.

Preserbatu
No sólo yo resulto impresentable en cuanto a camiseta: el Gordo lleva una que reza "Preserbatu, Previene que te conviene". Y un condón sonriente, por si había alguna duda. Qué mala es la publicidad: desde entonces, asumo que el Gordo es un hombre de mundo, un tío experimentado. ¿Pensará él lo mismo de mi "Cómeme"? Nota: ninguno nos comemos nada en todos los Sanfermines.

Los fuegos
Son frikis, pero ninguno tanto como para querer ir a ver los fuegos a la Vuelta del Castillo. Boticario Nadador, que se debe sentir medio responsable de mí por ser amiga de su amiga me acompaña, bajo el cachondeo general. A día de hoy el cachondeo es aún mayor si se recuerda la anécdota de pobre Boticario ofreciendo su camisola negra de fiestas (por si el frío, dice luego) y yo aceptándola de buen grado para poderla sobre el césped humedo. ¿Princesa, yo?

El pelo del Gordo
Cuando el Gordo se quita "Preserbatu", luce camisetas reivindicativas tipo lo que hoy llamaríamos antisistema. El Gordo va a hacerse insumiso y hablamos de cambiar el mundo (entonces, aún no juntos). Ahora, el tema estrella, entre Palestina y Galeano, es su ex-melena rubia, que hace poco competía con la de Ginolá because I'm worth it, pero que ha sido, oh destino, sacrificada. Le gustan las pulseras y le doy una mía. Tiene unos ojos verdes preciosos, y creo que no lo sabe. Pero no se lo digo.

En una farmacia de San Juan
A estas alturas de partido, pierdo la voz. El Gordo me ofrece Lizipaínas: "son pastillas anticonceptivas para hombres". Me señala a Futuro Traumatólogo y añade: "éste no las necesita, que está operado". Acabo en una farmacia con Tiovin. La arpía tras el mostrador afirma: "
toma esto y esto... y deja de hacer lo que llevas haciendo los pasados días".

Anaitasuna: "Y nos dieron las diez"
Sólo a uno de los frikis, Economista Bailador, le gusta bailar. Mucha gente, bailamos como podemos, entre nosotros y con extraños, quizás algún kiwi aún con camiseta. Cuando cae entre mis manos el Gordo descubro que, decididamente, es el que mejor saber agarrar. Eso es muy importante: nunca he podido con los manejables, que parece que son de chicle.

Salida de los toros
Boticario Nadador y yo vamos a ver la salida de las peñas de los toros. Allí esta el Gordo, más piojo que de costumbre, con una bata blanca llena de kalimotxo. La noche no ha hecho más que empezar...

Jarauta: katxis y más katxis
Katxis de cerveza o kalimotxo sin parar, y yo que bebía más bien nada en aquella época (pre-Reino Unido y pre-Pedalista). "No vale mojarse los labios", nos decían a Economista Bailador y a mí. Cómo pude soportar a esa panda todos los sanfermines medio sobria es todavía un misterio.

La fuente de la Taconera
14 de julio, Pobre de mí. No tengo ninguna imagen de esa noche aparte de la que sigue, en una fuente en el parque municipal, a orillas del cual vivían mis tíos. Está amaneciendo, todos han ido cayendo durante la noche y sólo quedamos Boticario Nadador, el Gordo y yo. El trío calavera. En el inocente paseo hacia mi casa se les ocurre la genial idea de despedirse con un rito purificador de las aguas. De repente, lo veo en sus ojos: una fuente y dos moles de 1.90 hacia mí en lo que les parece muy gracioso. Un observador imparcial (si quedara alguien vivo ese día en la ciudad zombie) hubiera descrito tres bultos blanquirrojos-tirando-a-sucio gritando y forcejeando y al agua con ella, y por favorrrrr, que os saco croissants y... buf, cual es mi poder de persuasión, me sueltan.

Fotos
Cumpliendo la promesa, saco unos croissants de casa de mis tíos, y la cámara. Con el careto de toda la noche de juerga, el último día de los Sanfermines nos vamos a hacer fotos. Parecemos la cuadrilla de la muerte. Primera: Boticario Nadador y yo salimos sonrientes, una bonita foto. Segunda: El Gordo y yo posamos para la siguiente. Todo bien. La última, los tres con el automático, patata y... me giro y descubro al Gordo con los pantalones blancos en el suelo. Intento sacarle de la foto a empujones como puedo y el automático dispara. No comment.

Direcciones
Promesas de "nos escribiremos". Se trata de papel, boli, sobre, sello, buzón. Esas cosas. Les prometo mandarles cintas de "Radio La Granja", que sorprendentemente no se sintoniza allí. Les prometo mandarles las fotos. Incluso la tercera.

Y los dos escriben... pero esa, buf... esa es otra proyección.

Gora San Fermín!
PS: Este divague fue una "petición especial" de los blogueros de sanfermín, muy necesitados de carnaza. Y lo van a fusilar.A la espera, quedo, en el paredón.

15 enero 2011

Plagiomenaje: Man Ray


"Crear es divino, reproducir es humano" dicen que decía Man Ray. Arriba, su divina creación. Abajo, mi humana reproducción, circa 2001, una tarde jugando con la cámara. Seguro que la víspera de un examen o el día que tocaba descongelar el frigorífico...

14 enero 2011

Temas universales

Hace poco se habló de los temas universales en cualquier versión del arte, que hacen que ocurra en nosotros un proceso de identificación. Un personaje puede vivir en una situación ni remotamente similar a la nuestra, pero al final nos importa, logramos una empatía que hace que todo resuene como auténtico. Porque, al final, todos somos humanos (algunos mas que otros?).


Esto me pasó hace poco con la película “El discurso del rey” (Hooper, 2010). Sin ser sospechosa de monárquica, yo, quería que el rey triunfase! Ey, pero no se trataba de un mal clon mío, un replicante??? Cómo es posible que esto me estuviera pasando a mí?


Así fue. Pero es que la peli está tan bien contada y los actores hacen un trabajo tan excelente que acabas haciendo la lucha del rey tartamudo por lograr dirigirse a los británicos sin trastabilar tuya. La relación con su terapeuta es literalmente de película, y cuando, al final de la cinta lees sobre la evolución de esa amistad... tienes que tragar y parapadear fuerte para dismular que estás en uno de esos instantes tan extraños en los que crees en el género humano. La escena final, cuando el rey radia lo que te hace des-creer en el susodicho género humano (una declaración de guerra) con el terapeuta a su lado es tan intensa que Colin Firth pasa a ser tu hermano, tu padre, tu novio.

Paradójica y sorprendentemente, el otro día vi una peli que hacía tiempo llevaba buscando: "Buscando a Eric" de Ken Loach. Este director tiene el poder de llegarme siempre con lo que hace: desde "Tierra y libertad" hasta "Pan y rosas" pasando por "Ladybird Ladybird". Sin embargo, el otro día, el personaje principal y yo no logramos conectar. Tras haber abandonado a su mujer embarazada a los 20 años busca redención con razones bobas, y Eric Cantoná, figura carismástica a la que le perdono hasta haber jugado en el Man U, le hace de "Life coach". No hizo el click que debía conmigo, pero es que esto es tan personal...

Prefiero recordar a Cantoná en aquel anuncio en el que se subía el cuello de la camiseta y decía "Au Revoir" a los malos...



13 enero 2011

Tan sencillo, tan bonito

Tras el divague de ayer, sobre un libro de Almudena Grandes, se habló de su marido, el poeta Luis García Montero.

Esta dedicatoria es suya, y ahora es nuestra.

Si alguna vez la vida te maltrata,

acuérdate de mí,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte.

12 enero 2011

Almudena Grandes y la alegría

"Aquí, Radio España Independiente, estación pirenaica, la única radio sin censura de Franco".
Me encanta esta frase: parece que puedo ver a un hombre de mediana edad, en sepia, sintonizando el enorme aparato de radio, con el volumen muy bajito y poniendo el índice delante de sus labios, a la vez que mira a su hijo con los ojos muy abiertos. Ssssh, ahora va a hablar ella...

****

El pasado otoño leí la última novela de Almudena Grandes: 729 páginas de historia de España enmarcada durante los años terribles que siguieron a lo que los personajes del libro llaman "nuestra guerra". Nuestra, porque durante la narración hay otra guerra en Europa, y los exiliados republicanos españoles en Francia luchan con los aliados.
Y preparan algo, porque esta novela es la primera de una serie con el epígrafe común de “Episodios de una guerra interminable”, el objetivo de la autora con ella, dejar constancia de la resistencia que floreció y se fue renovando a lo largo y ancho del franquismo, hasta que el dictador murió en su cama.

El episodio que narra este libro es la invasión de España un poco antes de que la Segunda Guerra Mundial termine, cuando los republicanos esperan obtener el apoyo de los que van a ser vencedores de la Gran Guerra para extirpar lo que se enquistará como el forúnculo fascista de Europa durante mucho tiempo. "Ciento veitinueve, algunos más o muchos menos, los soldados de la UNE que no lograron salir vivos de Arán, murieron para que nadie lo sepa" dice Almudenas Grandes. Pasaron, sí. Cortaron las flores, vale. Pero no las primaveras.

Almudena y yo
Almudena tiene la suerte de no haberme conocido in situ balbuceando, como Maruja Torres, pero la admiro igual. Como todo el mundo sabe, la Grandes ganó en 1989 "La sonrisa vertical" con Lulú, y con 24 años. Ganar un premio de literatura erótica a esa edad y en esa península es decir mucho. A veces cuenta que aquello estuvo a punto de acabar con ella literariamente. Alguna gente la clasificó como “una de esas escritoras que escriben de eso” (estos mismos que lo pronuncian "seso"), pero cuando lees Lulú te das cuenta que el sexo (seKKKSSSo, me encanta la "X", lo he dicho alguna vez?) es una parte más de la compleja psicología del grupo de personajes que pueblan la novela, como lo es de cualquier persona en su vida 3D, como se anotó ayer por aquí.
Yo en el 89 no leí a Lulú. Sin embargo, tal vez un par de años después, Almudena colaboraba por las noches en la radio que me acompañaba y, aparte de interesarme lo que decía y, me gustaba cómo lo decía: era una de esas personas con las que te irías a tomar algo, parecía eso que se llama buena gente. Desde entonces, leo sus novelas, sus artículos cuando caen en mis manos, y cuando la veo en alguna entrevista, me sigue recordando mucho, con su espontaneidad y su carcajada, a la que escuchaba en la radio en mis primeros años de carrera.

Las heroínas de la Grandes
"Inés y la alegría" es, como he dicho, el primero de una serie sobre la posguerra civil. En esta primera, lo hace a tres voces: el narrador omnisciente, que cuenta su versión histórica de la invasión, uno de los militares que lidera la invasión y la mujer que, desde un pasado burgués, se une a ellos. Se llama Inés.

Las heroínas de Almudena suelen ser de dos tipos: fieras, pasionales, de rompe y rasga (Malena por ejemplo) o frías, clínicas, analíticas (Sara, de "Los aires difíciles"). Casi siempre provienen de un pasado de familia bien (no Sara) y se hacen rojas, "ven la luz", como en el caso de Inés. Supongo que si este es el origen social de la autora, le resulta más fácil escribir sobre lo que conoce, pero me quedo con las ganas de haber visto a otra Inés.
Supongo que habría alguna como ella -burguesa convertida- en España en los 40, pero seguro que hubo muchas más chicas en familias pobres que lucharon por lo suyo, maestras de escuela, criadas que accedieron a algún libro de un librepensador que las empleaba, en fin... He echado de menos a un personaje como la maravillosa Gabriela de “Historia de una maestra” de Josefina Aldecoa (y a la que luego perseguí por la trilogía “La fuerza del destino” y “Mujeres de negro”). Pero aquí tenemos a Inés, familia bien de toda la vida, que por casualidades e inteligencia conoce otro mundo, fuera del de su familia falangista, en el Lyceum Club y no le importa sufrir mil desventuras, hasta llegar a los que considera los suyos ahí dentro. Con 5 kilos de rosquillas.

Libro de cocina. Pasión por comer te la vida.
Harina, la que admita. El libro, en las manos adecuadas (que no en las mías) puede ser todo un Simone Ortega (el libro de cocina que la gente de mi edad se compró al irse de casa), con las múltiples recetas que da Inés, la cocinera de Bosost. Y lo bonito de esto es que aquí transpira la pasión de la autora por la cocina, o por lo menos, por el buen comer.
Y es parte de la alegría del libro: disfrutar de actividades primarias como comer y follar, como parte de esa pasión por la vida, esos lujos o derechos diarios que damos por sentados y que en una situación límite la protagonista no olvida: podrán quitarnoslo todo, pero de lo mínimo disfrutaremos, y lucharemos para que otros lo tengan. Rosquillas, qué ricas, es para hacer una fiesta, y es esa pasión por la vida la que transmite esta autora que nos emociona a los que nos sorprende nuestra suerte del día-a-día.

La clandestinidad
"Porque no hay vida como la clandestinidad. Tan buena, y sobre todo tan mala. O tan mala, pero sobre todo tan buena". Esta es una de las cantinelas que repite el libro, de vez en cuando, lo suficiente para que se vaya incrustando en nuestra mente: el vivir en el filo, lo trepidante, el no saber dónde vas a dormir mañana, el saberte un héroe para unos cuantos, los que te importan, y un villano para los que te odian, a los que desprecias. El vivir cada día, o mejor, cada noche, como si fuera la última: "un placer que era distinto, más dulce, y en la misma proporción, más venenoso raro y sublime como todas las cosas efímeras de la naturaleza, todo lo que puede llegar a terminar antes de tiempo, todo lo que depende de un azar tan sutil que puede expresarse en un segundo, en un milímetro, en el suspiro que logra desviar la trayectoria de una bala (...) el espiritu mas aéreo, la piel más sensible, el sexo más feroz y el corazón más rojo, más caliente". Que nos abra un agujerito para que lo veamos, para que lleguemos a sospechar siquiera de refilón lo que fue, y que lo diga así. Para mí, no se puede decir de otra manera.

La pasión
Como siempre, una historia de amor, más o menos épica, recorre la novela. En su primer libro era una relación desigual, la que una niña, Lulú, mantiene con un amigo de su hermano mayor. Aunque Lulú cumpla 30 años, él la sigue cogiendo la mano como a los niños, "nunca con los dedos entrelazados, como los novios".
A lo largo de sus libros, las historias de amor han sido más o menos ejemplares, con víctimas y verdugos, con generosos y desconfiados, con gente que se da del todo, sin miedo a hacer el ridículo. Mejor hacer la risa, que no haberlo intentado. El que pierde es el que menos quiere, o el que nunca quiso.
En "Inés y la alegría" hay varias historias, algunas su propia novelación de lo que parece que ocurrió, como el amor de Pasionaria por un hombre mucho más joven que ella, desaprobada por El Partido. "La Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales", se repite durante la novela. Pasionaria, ídolo de masas, mujer modelo, ejemplo de fortaleza que acaba "enganchada sin remedio a la despiadada juventud de un cuerpo hermoso", al final "digna de la compasión de una mujer que aún no había probado la dulzura de ningún amor inconveniente". Porque "Sólo existe una dicha más grande en la vida que enamorarse, y es enamorarse bien. Por eso ocurre tan pocas veces".

También hay amores de mentira, amores escalón para acceder al poder, dentro de los comunistas, y amores salvajes, como el de Inés y Galán "y se enamoró como lo que era, un tornado, un maremoto, una tormenta eléctrica, tropical, devastadora". Descripciones tan físicas que las podemos sentir "aquel cuerpo perfumado de sí mismo que sentía en todo mi cuerpo como una sombra cosida, puntada a puntada, sobre mi propia carne", pero sólo escribiendo así, al límite, se puede acercar al lector a entender la furia del vivir y amar y respirar peligrosamente.

La rabia
El lado oscuro, tan presente, "Deberías portarte mejor conmigo Inés, porque yo he ganado la guerra, no sé si te acuerdas", las sombras "tan parecidas al miedo, a al vez que las luces tan parecidas al amor". El tener claro unas cuantas cosas: "Mejor morir que convertirme en una cáscara de la mujer que había sido", pero seguir luchando por lo que llama"los rehenes del vencedor, una generación completa de españoles su botín de guerra".
Conclusiones
Es esta una novela para los que tienen la suerte de ser nietos de aquellos señores de mediana edad, en sepia, que sintonizaban en la oscuridad Radio España Independiente. Pero también para los que quieran conocer un tramo de la historia poco conocido. Para los que hayan probado lo que es un amor inconveniente, para los que lo hayan sufrido y, sobre todo, disfrutado.
No es una novela para mí tan redonda como otras. Personalmente hay algún trozo en al narrativa que me flaquea, y formalmente no he subrayado tanto con en otras previas de la autora. Pero es una novela en la que me reafirmo en que lo terrible no es perder, sino no haberlo intentado. Por ello, una novela llena de gratitud, de ganas de vivir, de alegría.

11 enero 2011

Desmaquillando al divlog

Desde hace unos días se está planteando, de manera lateral y algunas veces muy directa, el tema de quién hay detrás del que escribe un blog. Habrá tantas respuestas como blogs, yo nunca había entrado en uno hasta que Diva me dijo ven (y lo dejé todo), y ahora frecuento muy pocos. A veces, bloghopping, he visto de todo: desde uno en el que una escribe poesía (publicada en papel) y sobre cosméticos, hasta gente que cuenta cómo le pone los cuernos a su pareja. Cuando nos sentamos frente al espejo rodeado de bombillas del camerino, la mayoría maquillamos el nombre eligiendo un seudónimo (no sólo para nosotros sino también para los personajes (o personas?) que pueblan nuestros divagues), le damos colorete al lugar de trabajo, pasamos el eyeliner a nuestra imagen física y ponemos rimmel a nuetras coordenadas geográficas.

Por qué? Atención, porque esta noche, Di aplica el desmaquillante con los divagantes que se dejen o atrevan...

El seudónimo
Todo esto es culpa de Diva, ahora que no nos oye. Ella eligió el nombre del divlog, el diseño y, como quedó claro en el divileaks (gracias Toro), puso una varita sobre mi cabeza a la vez que afirmaba: "DI" (ruidito de lluvia de estrellas). Esto me recuerda a todos esos estudios que se han hecho sobre maestros poniendo notas en exámenes de niños con nombres "atractivos" (Lucía, Iván) o "feos" (Obdulia, Rigoberto): los de los nombres "atractivos" tenían un punto más que los de los nombres "feos". Ya se sabe que el nombre es importantísimo en nuestra auto-imagen y a veces pueden formar la base de las expectativas de otros (ni os cuento las tribulaciones para elegir el nombre de Mini).

Sin embargo, ni se me hubiera ocurrido abrirme un blog con mi nombre de mi vida llamémosla diurna (suelo divagar por la noche): Superman vs Batman. Imagínese que a alguien me googlease, y se encontrara, junto a todos mis vuelos de Superman con capa roja, mis correrías nocturnas, el Batman que llevo dentro, entradas tipo "bañarme en pelotas bajo las estrellas". Imagínese que ese alguien es mi siguiente jefa. Esa información es para mí, mis amigos y los divagantes que se aventuran en este bumpy ride, y teóricamente no me van a entrvistar para ningún trabajo de mi vida Supermánica. Si hay alguna oferta en mi faceta Batman, escucho ofertas.
La localización: De Londinium a Vetusta
Como muchas veces escribo sobre mis amores, Londinium, evidentemente tenía que aparecer. Creo que a temporadas es el fondo constante de mis divagues, y me gustaría que aún fuera más. Pero no es un blog de Londres, de esos hay muchos.

Vetusta no es sólo mi Vetusta. Vetusta es un concepto, aunque generalmente me refiero a la Vetusta en que crecí o a la Vetusta donde conocí al Peda (Vetusta sub Y). La razón por la que no puse nombre a mi Vetusta es porque quería huir del localismo. Como hoy comentábamos en el divague de ayer, quería aspirar a tocar tema universales que pasan en cualquier Vetusta, aunque a veces no me he podido resistir a divagar sobre lugares de peregrinación,
lugares santos que forman parte de mi biografía.


Imagen
He colgado alguna foto en el divlog si venía a cuento con el texto. Hay una teoría de la personalidad implícita que envuelve hacer inferencias de cómo es una persona según su apariencia física. Por ejemplo, está el estereotipo de que los gordos son más alegres, ciertos delgados avinagrados, los pelirrojos en según que culturas tienen mal genio y, por supuesto, está el de que la gente más atractiva físicamente tiene personalidades más atractivas. Por supuesto, todo esto se ve magnificado en las mujeres: yo he oído que no se puede ser feminista si no eres gorda y con el pelo corto. También que las mujeres muy guapas deben ser tontas (dan miedo, es mi análisis). Y suma y sigue.
El blog es, en ese aspecto, un campo de pruebas maravilloso, porque experimentas continuamente sin tu primera carta de presentación, tu careto. Por tu escritura (que es lo que piensas) puedes atraer o repeler a gente que si te vieran decir lo que escribes, tal vez se sentirían de otra manera. Me parece fascinante. Eso no quiere decir que me esconda: estas Navidades pensaba ir a Madrid a conocer a la peña allá. Y hay blogueros que han visto mi foto, y les ha ido el Peda de regalo (no se avalancen con esto último, please).

Y unido a la imagen que nos viene dada, la que nos buscamos. El uniforme con el que nos disfrazamos. Un principio básico de la percepción es que a la gente nos gusta la consistencia: es más fácil si toda la gente que lleva un chaquetón de esos acolchados es de derechas y los que llevan camisetas lilas son lesbianas o izquierdosas. Este tema fue muy diver cuando salió hace unos días, porque se unió inevitablemente al de “socialistas champán” (yo me inventé el de “socialistas Hugo Boss” a raíz de la visita de unos amigos, sociatas con carnet. Tendía yo una colada y: Camisas Hugo Boss! Cómo osa! :)). Este tema me encanta pero este divague va a ser sucinto. Promised!


Titulación académica/profesional
Para mucha gente, somos nuestro trabajo: se sabe que en una fiesta, la conversación entre dos extraños acabará ahí en nanosegundos. El trabajo da una idea del nivel adquisitivo de esa persona (a veces erróneamente), del nivel cultural (he conocido a tantos universitarios analfabetos que en fin…) y, en este país tan clasista, les da una idea de la clase social (yo estoy en desacuerdo, para mí la clase social es un tema de dónde vienes, de herencia: si eres de “old money”, eres de old money, y si eres un catedrático de familia trabajadora, lo seguirás siendo). Tu trabajo, tus títulos son de nuevo un escudo, una armadura con la que te presentas al mundo. Igual que la imagen, me gusta aparecer “desnuda” en el blog. Aunque luego la gente hace deducciones, no quiero hablar ex cátedra de ninguno de los temas (e.g. soy la profesional del surf o de la astronomía, no se les ocurra respirar!).


Creo que la magia de los blogs es que lo único que tiene la gente para conocerte es precisamente lo que la gente de la calle tiene tan oculto. Ellos ven tu cara, tu título, saben dónde vives y si vistes de Prada. Como dirían los psicoanalistas (uso algunos de sus principios!), proyectan en ti todo lo que han ido aprendiendo a lo largo de su vida de la gente que viste como tú, que tiene un índice de masa corporal similar al tuyo, que tiene tu acento, que comparte tu profesión. Que no tiene porque ser cierto, ni describirte.

En el blog, los divagantes no pueden presumir lo que piensas, porque de eso va el blog. Entonces elucubran sobre cómo son, cómo visten, cómo será el trocito de habitación donde los blogueros escriben su blog.
Y la misma curiosidad la tengo yo sobre los divagantes que se acercan a nuestra puerta y dejan un comentario. Y por los que pasan y nunca dicen nada. A todos, gracias.


La misma curiosidad que ellos por mí, o quizás mas.